Javier Gómez Navarro gana cada día más peso para convertirse en número dos o tres del Gobierno y sustituir al actual vicepresidente económico, Pedro Solbes. Eso es, al menos, lo que se extiende con cierta insistencia entre las filas socialistas, tanto en los despachos de Ferraz (sede central del PSOE en Madrid), como entre los diputados socialistas del Congreso, que están en el "ajo" o dicen estarlo.
¿Y quién es este señor, tan orondo como afable, que para sus amigos desprende bonhomía y buen hacer, mientras que para sus enemigos es un traficante de influencias? Pues es un personaje que representaría la 'tercera vía' entre las dos posibilidades que tiene Zapatero si apuesta por dejarnos huérfanos de Solbes: la de elegir a un titular de Economía dócil, que permita al presidente del Gobierno seguir ejerciendo de ministro; o la de apostar por un sujeto con personalidad y criterio económico —como el actual vicepresidente, aunque esté en la cuerda floja—, que haría sombra a ZP.
En esta tesitura, efectivamente Gómez Navarro se queda en la mitad. Ex ministro de Comercio con Felipe González, tiene unas excelentes relaciones con la CEOE y su actual presidente, Gerardo Díaz Ferrán —fueron compañeros de colegio y además presidió Viajes Marsans, empresa que llegaría a ser cumbre de Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual—. Como buenos amigos que son, Gómez Navarro y Gerardo Díez suelen apoyarse en las situaciones difíciles.
Pero no es con la CEOE con la única patronal que se lleva bien el ex ministro socialista. Desde que en 1985 participó en la creación del Club de Empresarios, conoce o tiene amigos en el resto de las organizaciones empresariales del país, relaciones que ha fomentado, aún más, desde que fue nombrado presidente de las Cámaras de Comercio.
Desde que Zapatero llegó al Gobierno, Javier Gómez Navarro y Javier de Paz —el íntimo amigo del presidente con el que comparte fines de semana, jugadas de baloncesto y relaciones amistosas entre sus hijas— han sido quienes han susurrado a los oídos del presidente el pulso empresarial del país, el estado de ánimo. A veces en complicidad con el ministro de Industria, Miguel Sebastián —hoy en decadencia— y otras, como portadores de misivas, peticiones o sugerencias de empresarios nacionales e internacionales, ya fuera de constructoras, sector eléctrico o telecomunicaciones, por nombrar algunos sectores. Paz y Gómez Navarro han llegado a ser considerados como "los conseguidores" ante ZP por parte del mundo empresarial, y no han perdido su influencia, como sí le ha sucedido a Sebastián.
Pero mientras que Javier de Paz mantiene unas excelentes relaciones con los sindicatos, especialmente con UGT —su tío, Jesús Mancho fue un respetado líder ugetista y Cándido Méndez estima a De Paz desde que era un adolescente—, Gómez Navarro ha metido la pata en más de una ocasión, dado que le suelen gustar los exabruptos "sinceros", tanto o más que al cesado ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo. Por ejemplo, es inolvidable el cabreo que se cogió José María Fidalgo, entonces secretario general de CCOO, cuando el presidente de la Cámaras de Comercio pidió a los sindicatos que "dejen de proteger a los vagos", en referencia a los trabajadores absentistas.
O la bronca que se montó cuando, en otra de sus salidas de pies fuera del tiesto, se descolgó con aquello de que "las madres con hijos gays quieren que sean diplomáticos para verles poco".
Como verán, si es verdad lo que sostienen las filtraciones de Ferraz y del Congreso —no olvidemos que en caso de crisis de Gobierno y sustitución de Solbes, Pepiño (José Blanco) es candidato a ministro de lo que sea—, el perfil del actual presidente de las Cámaras puede dar mucho de sí a la prensa. No es ni joven ni viejo, jugaría el papel de aparente número uno en Economía, independiente, pero sólo de puertas afuera, porque "Javier tiene mano izquierda para llevar a todos, incluido al presidente" comenta, deslumbrado, un amigo suyo y con experiencia y contactos en todos los ámbitos sociales . De forma que ayudaría al presidente a mantener ¿la paz social? El hasta cuando podría sostener esta situación, así como su formación profesional y económica, son ya harina de otro costal.
En cualquier caso, conviene recordar que esto de la crisis gubernamental no dejan de ser conversaciones entre candidatos que aspiran a algo, filtraciones interesadas y juegos en los que se entretienen los inquietos que quieren ascender y aprovechan el primer puente del año para reflexionar sobre cómo tener más poder, en vez de buscar soluciones. El año pasado por estas fechas exactamente, la prensa escrita daba por hecho que Zapatero había estado en Doñana preparando la crisis de Gobierno, y hace menos de dos meses que el actual inquilino de La Moncloa desmintió que, "de momento", pensara prescindir de Solbes.
Y en Economía, entre el equipo de Solbes, ¿qué? Pues nada. A lo suyo. Tienen la agenda completa para mucho más allá de la cumbre del 2 de abril. El vicepresidente sigue trabajando con la misma cadencia y procura mantenerse al margen de dimes y diretes, mientras se preocupa por los datos y la profundidad de una crisis que, como ya ha dicho en otras ocasiones, pese a su edad —66 años— y sus más de cuarenta años de oficio en cargos públicos económicos y de responsabilidad, jamás había visto, ni por condiciones, ni por profundidad.
Una de las fuentes socialistas —malvada, divertida y que peina canas— consultada para elaborar está información, a la pregunta de "Si le digo que Gómez Navarro puede sustituir a Solbes, ¿se lo cree?" se ha encogido de hombros, ha soltado una carcajada y ha terminado por afirmar: "Naturalmente que me lo creo. Eso es lo que querría seguramente el presidente y Javier. Pero también creo que estáis matando a Solbes antes de tiempo otra vez, para que Zapatero no pueda cesarle, no pueda actuar por dictados de la prensa".
Podría ser. Pero al socialista canoso se le olvida que la insistencia de la prensa se cargó al ministro de Justicia y que este puente se ha abierto otra brecha que dará mucho juego, la de Carme Chacón y Bernardino León con motivo de la retirada de las fuerzas españolas de Kosovo. Es la primera vez que Zapatero ha dejado con el trasero al aire a su ministra de Defensa, la 'esperanza blanca' para la siguiente legislatura. Nada mejor para calmar tanta movida que una buena crisis de Gobierno para antes o después de Semana Santa.
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