En su primer viaje al continente africano, el Papa Benedicto XVI no está haciendo mucha gala de la diplomacia vaticana, precisamente en una tierra donde la vida no es fácil. El máximo representante de la Iglesia Católica no sólo tuvo como primer mensaje la condena del uso del preservativo en el continente donde el sida es una epidemia, sino que esta mañana ha criticado las "celebraciones festivas y alegres" que los religiosos hacen en el continente y que, en su opinión, deberían ser "dignas" como la liturgia romana.
Sus manifestaciones ayer sobre el uso del 'preservativi' —palabra que se escuchaba por primera vez en los labios de un Pontífice en público— para evitar el sida han generado preocupación en el mundo. Algunos medios, como The Times, apuntan a lo alejado de este discurso de la curia con el día a día de los católicos, incluso las fisuras que comienzan a darse en la jerarquía eclesiástica con este asunto.
Recuerda, por ejemplo, que el prelado de Sudáfrica —país donde hay 5,5 millones de afectados por el VIH— desafió al Vaticano al apoyar el uso de los condones para detener la enfermedad del sida. Incluso Damian Thompson, editor del diario católico Catholic Herald, aseguraba esta mañana en su blog del Telegraph que no entendía muy bien las declaraciones del Papa, "pues si él está diciendo que el uso del preservativo no reduce el riesgo de transmisión del sida, entonces está equivocado".
Pero no sólo los profilácticos están resultando polémicos. Esta mañana el Papa también ha dejado otra 'perla' en Camerún sobre las ceremonias que ofician sacerdotes africanos. "Estas celebraciones son festivas y alegres, pero es esencial que las mismas no sean un obstáculo, sino un medio, para entrar en diálogo y comunión con Dios" y les ha pedido que las hagan más "dignas", alejadas, por tanto, de la inclusión de ritos tribales, asentados desde hace siglos. En Occidente, congregaciones como el Camino Neocatecumenal —conocidos como los kikos, y que gozan de la simpatía del Papa— celebran sus misas cantando y sin mantener la liturgia habitual.
Con estas declaraciones, Benedicto XVI vuelve a un tema recurrente en su breve Pontificado: la liturgia. El Papa ha recuperado durante sus cuatro años al frente de la Iglesia Católica tradiciones como el 'camauro' —un gorro para el frío, muy célebre durante el Renacimiento y cuyo último porteador fue Juan XXIII— o las misas en latín —erradicadas en el Concilio Vaticano II—.
El ex cancerbero de la Fe Católica no se ha descubierto como un gran diplomático. Desde que fue elegido Papa en 2005, Ratzinger ha cometido varios errores en el campo de la diplomacia interreligiosa, impropios de un Estado que cuida tantísimo las formas. En 2006 pronunció un discurso en la Universidad de Ratisbona (Baviera) que encendió a la comunidad musulmana, al citar un texto antiguo donde se aseguraba que Mahoma solo había traído "cosas malvadas e inhumanas". Y a principios de este año, la readmisión de los obispos lefebvrianos excomulgados por su predecesor, entre ellos algunos negacionistas del Holocausto, no sólo generó protestas entre los judíos, sino que también levantó ampollas dentro de los muros de San Pedro.
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