Desde 1973, los cielos despejados no han dejado de perder en transparencia, aseguran los científicos que los han estudiado a lo largo de ese lapso temporal. Las culpables, como cabía imaginar, son las partículas en suspensión en las capas altas de la atmósfera. Un dato llamativo: la excepción la pone Europa, cuya visibilidad ha mejorado desde mediados de los años 80.
Los autores del informe reunieron observaciones de satélites y datos de las estaciones meteorológicas de distintas partes del mundo, siempre referidos a la visibilidad sobre tierra firme, con la intención de obtener un cuadro de la evolución de la visibilidad.
La medida de la transparencia utilizada fue la "Profundidad Óptica", que permite medir la opacidad de un cuerpo a la radiación que lo atraviese (un modo de entender el concepto es pensar en una niebla: la profundidad óptica entre uno y un objeto situado tras la niebla tiene un valor de cero. A medida que el objeto se aleja, la profundidad óptica aumenta hasta que alcanza un valor máximo y el objeto deja de ser visible).
Los indicadores consultados por los investigadores arrojan un incremento continuo de la Profundidad Óptica en la mayor parte del planeta. La causa inmediata de ello es el aumento de la concentración de varios tipos de aerosoles, en especial los creados por la combustión de combustibles fósiles, en especial el dióxido de azufre (SO2).
Los aerosoles absorben y reflejan hacia arriba la radiación proveniente del sol, reduciendo la cantidad que llega a la superficie terrestre (la energía interceptada de esa guisa vuelve al espacio exterior o calienta la atmósfera). Sobre la base de este hecho, los científicos compararon el crecimiento progresivo de la Profundidad Óptica con las variaciones en la luz solar recibida por China, India, África, Australia, Sudamérica y Europa desde 1973. Y encontraron que ésta aumentó en todas esas regiones, salvo en Europa, donde disminuyó a partir de finales de la década de los 80 (en especial en la ribera norte del mar Mediterráneo). El balance neto ha sido un "oscurecimiento global" de los cielos sobre la superficie terrestre.
En Asia, la principal contribución al aumento de la Profundidad Óptica parece resultado del aumento en las actividades industriales (abastecidas por centrales térmicas de carbón) y de la quema de biomasa en zonas forestales y agrícolas. En Europa, por el contrario, la visibilidad mejoró, un hecho congruente con la reducción de las emisiones de SO2, hollín y carbón observada en el citado periodo, el fruto de las normativas sobre contaminación atmosférica y de que el consumo de combustibles fósiles se haya mantenido estable. En ambos casos, los datos coinciden con los relativos a la radiación solar recibida en los dos continentes, sostiene en un artículo publicado en 'Science' el equipo liderado por K. Wang S. Liang de la 'University of Maryland' (Estados Unidos).
A los investigadores no les preocupa tanto la desaparición en sí del cielo cristalino, tan querido por los poetas y los amantes de la naturaleza, como lo que el denominado "Oscurecimiento global" tiene de sintomático. Conciben su trabajo como una contribución al estudio de la atmósfera y a la mejora de los modelos vigentes sobre el cambio climático, que, según afirman, han subestimado el impacto de los aerosoles en el calentamiento global.
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