Valladolid.- Más de 40.000 personas han podido ver, durante los más de tres años que lleva restaurándose, los 500 metros cuadrados de superficie y 28 metros de altura que ocupa la fachada de la vallisoletana Iglesia de San Pablo separados tan sólo por el ancho de un andamio y el grosor de un cristal.
Tal cercanía es posible gracias a la instalación de una plataforma elevadora que permite contemplar la restauración que desde 2006 se lleva a cabo en la portada "casi tan cerca como si se estuviera trabajando en ella", ha explicado a EFE el director del Programa de Conservación del Patrimonio Histórico Español de la Fundación Caja Madrid -corresponsable de las obras-, Gabriel Morate.
"Quisimos acercar al público al esfuerzo que requiere la conservación del patrimonio histórico y, al mismo tiempo, permitirle disfrutar de ese patrimonio de una manera única", ha asegurado el responsable de la entidad financiera, que dirige y cofinancia el proyecto junto con la Junta de Castilla y León.
Esa manera única de contemplar la fachada de la iglesia, concluida en 1500 por el arquitecto y escultor burgalés Simón de Colonia, la han podido disfrutar hasta el momento más de 40.000 personas, a las que durante su visita se explica también la restauración y la historia de esta iglesia de estilo gótico-renacentista construida entre los años 1445 y 1616.
No obstante, el principal atractivo de la visita es poder contemplar de cerca la fachada y las vistas que a esa altura hay de la ciudad, ha indicado a EFE el responsable del centro donde se explica a los visitantes la historia y la restauración de la iglesia, Gabriel Candau.
"Lo que más gusta es la plataforma elevadora, porque es una oportunidad única de acceder de cerca a la fachada y también a las vistas que desde esa altura hay de la ciudad", cuenta Candau.
Las obras de reparación de la fachada de San Pablo, cuya última restauración data de 1965, se centran en sanear las humedades, limpiar la suciedad causada por la contaminación atmosférica y los excrementos de las palomas, eliminar la vegetación que crece entre las juntas del edificio, y restaurar sus partes dañadas.
Además, como medidas de protección, se ha instalado un recubrimiento de plomo para evitar que el agua de la lluvia se acumule o se filtre en determinadas zonas, y se ha implantado un mecanismo electrostático que repele a los animales.
Las reparaciones, en las que trabaja a la vez alrededor de una veintena de personas, terminarán previsiblemente el próximo mes de julio y cuentan con un presupuesto de cuatro millones de euros, de los cuales el Gobierno autonómico ha aportado 2,6 millones y la Fundación Caja Madrid, el resto.
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