A Coruña.- La campaña se caldeó en su recta final, hasta entonces sólo réplicas y contrarréplicas de uno y otro partido, como si de un juego de tenis se tratase porque el BNG sólo ha tenido un adversario en estos quince días, el PP y sus líderes, Rajoy en Madrid y Feijóo en Galicia.
Sólo hubo un conato de incendio entre PSOE y BNG, los socios del actual bipartito, cuando el pasado lunes el presidente de la Xunta aseguró que gobernaría sin "ataduras lingüísticas", pero ni con ese mensaje se consiguió una crítica dura por parte del líder de los nacionalistas gallegos, Anxo Quintana, quizás porque seguía su máxima proclamada durante toda la campaña, "paciencia".
Pero, quedaban cuatro días para el cierre de campaña y los nervios de los diferentes partidos empezaban a jugar malas pasadas.
El día que Quintana cumplía 50 año, dos medios de comunicación publicaban una foto suya en un yate en compañía del propietario de la constructora San José, Jacinto Rey.
Fue la jornada en la que se marcó el punto de inflexión y la campaña adquirió mayor agresividad en boca de Quintana, que calificó a Feijóo de "mentir, calumniar, difamar" y de decantarse por hacer "política de paparazzi".
El enfado iba en aumento en las filas del BNG y eso se notaba no sólo en la cara del candidato, que cada vez se ponía más serio en sus intervenciones, al principio un tanto descafeinadas.
Pasó así de poner el énfasis en el programa del BNG, en su labor en tres años y medio de gobierno y en la necesidad de continuar el cambio iniciado a criticar duramente la utilización que de su vida personal estaba haciendo el PP.
Pero no era el único que echaba leña al fuego en sus discursos, los cabezas de lista provinciales y los militantes del BNG se pusieron manos a la obra para copar todos los aforos de los pabellones a los que acudía el líder y demostrar así el apoyo con el que contaba.
La primera muestra de ello fue el mitin de A Coruña, donde consiguieron que, por primera vez, se superasen las 2.000 personas, un foro en el que Aymerich envalentonó a los asistentes, que aplaudieron a su candidato más que nunca en la campaña.
La tendencia continuó en Ourense, en el pabellón de Os Remedios donde hoy cierra el PP con la presencia de Rajoy, un lugar donde los 3.000 asistentes corearon ayer a Quintana como "presidente" y se identificaron con él, simulando el anuncio publicitario utilizado por el BNG en el que se recrea el momento épico de la película Espartaco.
Hoy se acabará la batalla dialéctica, aunque el ganador no se sabrá hasta el domingo. En medio, una jornada de reflexión que Quintana aprovechará para descansar y estar con sus hijos.
Más de 4.000 kilómetros, mítines en las siete ciudades gallegas y en municipios como Zas, Burela o Carballo han dejado al candidato nacionalista sin voz, con un fuerte cansancio acumulado y con siete kilos menos, pero aún así su llamada a la movilización "masiva" no bajó de intensidad.
Para movilizar al electorado, Quintana tiró de los orígenes del BNG, que recordó era "el partido del pueblo y no ninguna franquicia" de Madrid, en alusión a PP y PSOE, pero también recurrió a la social democracia del chileno Salvador Allende para defender la política de bienestar e igualdad del Bloque.
La figura de Lázaro Cárdenas fue rescatada por Quintana para amparar sus medidas energéticas, donde el objetivo es que "los beneficios de los recursos sean para los gallegos", al igual que en su día Cárdenas defendió "México para los mexicanos" cuando nacionalizó el petróleo de su país en 1938.
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