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El grito del padre de Mohamed contra la mafia de las pateras

  • Hoy han sido repatriados siete cuerpos del naufragio de Lanzarote
  • El padre de una de las víctimas ha denunciado a los miembros de la mafia
  • Otros 18 cadáveres fueron enterrados sin identificar en Canarias el pasado viernes
Por M. PEINADO | M. LÁZARO (SOITU.ES)
Actualizado 26-02-2009 22:22 CET

El padre de Mohamed Harouach vio por última vez a su hijo hace unas semanas, cuando el chico salió del pueblo de Guelmin —al sur de Marruecos— con la intención de venir a España a buscar un futuro mejor. Pero Mohamed no pudo llegar porque fue uno de los menores que murió en el naufragio de una patera frente a Lanzarote el pasado día 16. Hoy, los cuerpos de siete de los ocupantes han hecho el viaje de vuelta pero entre ellos no estaba el de Mohamed. Ante la impotencia, la única opción que ha encontrado el padre del chico es denunciar públicamente a la mafia que organizó el viaje en el que murió su hijo.

Mohamed sólo tenía 16 años; era uno de los 16 ó 17 menores (el dato aún no está claro) que murieron en esa patera que se hundió a tan sólo 20 metros de las costas de Teguise. Su familia pagó 900 euros por un hueco en el cayuco que le traería hasta España a una de las mafias que trabajan en Marruecos 'captando' pasajeros cada vez más jóvenes. "En muchas ocasiones se trata de los propios vecinos de los chicos, de gente que conocen de toda la vida aunque sólo sea de vista. Aquí se sabe quiénes son los que lo organizan", cuenta Abdellah El Hairach, presidente de la Asociación Sur por la Emigración y el Desarrollo.

Su organización ha sido la que ha hecho pública la denuncia del padre de Mohamed. El hombre, militar de profesión, no quiere atender a los medios por miedo a represalias. En su escrito da el nombre y la dirección de cinco personas y "pide a las autoridades locales de Guelmin que hagan algo contra esta mafia que está matando a jóvenes y les recuerda que aquellos que no actúan contra los criminales, también son criminales", nos explica El Hairach.

Las mafias que actúan en esa zona suelen operar de manera muy similar. "Están muy enterados de cómo funcionan las cosas en España y se lo venden muy bien a las familias", cuenta El Hairach. La Asociación Sur por la Emigración y el Desarrollo trabaja con los chavales para mostrarles las dos caras de la emigración y se encargan de analizar el 'modus operandi' de estas organizaciones. "Les cuentan que los chicos van a ser acogidos en España sin posibilidad de que los devuelvan, que allí podrán estudiar y que después podrán quedarse a trabajar y también que el viaje es seguro. Hasta les enseñan partes de un vídeo de Informe Semanal sobre los centros a los que van los menores".

El reportaje en cuestión es uno que el veterano programa de Televisión Española emitió el pasado 29 de noviembre bajo el nombre 'Solos en el cayuco' [pincha aquí para verlo]. Pero el título no se lo enseñan a las familias, ni tampoco el testimonio de un menor, Ibrahima Barry, que pasó siete días en una barcaza en la que murieron 25 personas. Ni las declaraciones en las que dice: "Si alguien me está escuchando, no le aconsejo que lo haga porque muchos se quedan por el camino". Lo que sí distribuyen son las imágenes en las que aparecen los jóvenes en los centros de menores jugando al fútbol, estudiando y cantando.

"Suelen convencer a los chicos, ellos a sus madres y ellas a sus padres y hermanos mayores, que son los que trabajan y pueden aportar dinero para el pasaje. Pero también es una idea que muchas veces tienen los padres, pensando que es una buena salida para sus hijos pero también una inversión de futuro para ellos", explica Abdellah El Hairach.

El difícil camino de vuelta

En el mejor de los casos, después de una tragedia como la de Lanzarote, los familiares consiguen recuperar el cuerpo de los fallecidos. La repatriación sólo es posible si los cadáveres son identificados, ya sea porque llevan algún tipo de documento o porque alguien en España —generalmente un familiar que ya está aquí u otro miembro de la patera— los reconoce. En este caso, el Cabildo de Lanzarote ha corrido con los gastos, aunque algunos Ayuntamientos se han ofrecido a ayudar.

El resto de los cadáveres fueron enterrados el pasado viernes en Lanzarote, ante la imposibilidad de reconocerlos. Entre ellos tiene que estar el de Mohamed, a quien su padre espera en Guelmin. Las familias de las víctimas han tenido suerte dispar esta tarde: algunas dormirán algo más tranquilas porque han podido recuperar a sus víctimas. Otras, sin embargo, tendrán que seguir esperando aunque no saben muy bien a qué, puesto que ni las autoridades españolas ni las marroquíes se han puesto en contacto con ellos: ni siquiera conocían el nombre de los cuerpos que llegarían al aeropuerto de El Aaiún procedentes de Lanzarote. "Aquí ninguna institución ha dicho nada a los familiares y muchos quieren recuperar a los suyos pero no saben cómo", cuenta Abdellah El Hairach.

La denuncia del padre de Mohamed es prácticamente una excepción. El Hairach explica que la reacción normal de los familiares es resignarse a la pérdida, aunque sigan viendo casi a diario a aquellos a quienes un día confiaron su dinero, sus esperanzas de futuro y sus hijos.

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