La crisis sacó este sábado a los periodistas a la calle en Madrid para protestar por los riesgos del oficio. Pero pocos acudieron. Como siempre. Y los llamamientos de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (Fape) y de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) resonarán como palabras vacías durante muy poco tiempo.
Las reclamaciones del manifiesto leído vuelven a demostrar el despiste de muchos periodistas y el mal diagnóstico de los males del periodismo acentuados por la crisis económica.
El sábado se reclamaron no uno, sino dos estatutos, para que la regulación y las barreras que lo separan cada vez más de la sociedad salven al periodismo profesional.
Al estatuto del periodista profesional que subordinará definitivamente el periodismo al mando de los políticos se sumó la propuesta de un estatuto del editor que vuelve a exudar corporativismo y una concepción rancia del periodismo como un sector institucional protegido por los poderes públicos.
Pero el verdadero problema del periodismo anida en ese factor: su cada vez menos relevante papel en el espacio público y la banalidad y redundancia de una gran parte de sus contenidos, medios y propuestas.
Las causas del fin de la era de la prensa (Cuadernos de Periodistas, 2006, pdf, también en wiki) siguen vigentes y se han acelerado. Las principales son:
Si no se entiende que el problema fundamental del periodismo y los medios de comunicación es su necesidad de reinventar su oferta, sus valores, su función social, su negocio y su distribución en un nuevo espacio público donde el acceso masivo y multiplataforma a los contenidos fragmenta los públicos y requiere la aplicación de nuevos criterios y filtros para llegar a la información de calidad y a los contenidos de interés para cada nicho o segmento, entonces no hay nada que hacer.
Una reinvención del periodismo y los medios basada en más libertad, más función crítica (y autocrítica), menos redundancia y una necesaria reestructuración del mercado y la oferta.
Porque la demanda ya ha cambiado y no espera a lo que propongan periodistas ni editores. Algunos elementos están en el manifiesto de las asociaciones periodísticas.
Apelan a los editores para que sean editores y no empresarios con otros intereses. Para que no olviden los buenos años de rentabilidad y no acudan a los despidos ante las primeras dificultades económicas. Apelan a los anunciantes, para que mejoren y mantengan sus presupuestos.
Apelan a los gobiernos, estatal y autonómicos, para que reduzcan su injerencia en los medios, aunque en el siguiente párrafo piden más intervención y regulación en una contradicción manifiesta.
Y apelan también a los sindicatos y a las universidades.
¿Y la apelación a los propios periodistas?
Silencio.
Pero tanto el Informe sobre la Profesión Periodística de 2007 como el del pasado año muestran algunos de los principales males del oficio:
Pero podemos seguir mirando para otro lado y llamando a papá Estado.
Unos 4.000 periodistas están en paro. Un 13% sobre el total de periodistas activos o que buscan trabajo, según los datos del Informe Anual sobre la profesión periodística 2008. Pero hay más de 48.000 alumnos de Comunicación (en todas sus modalidades) matriculados en cada curso para una industria que no ha dejado de crecer en demanda laboral y que ahora está abocada a una reducción importante.
El 80% de los periodistas trabaja por cuenta ajena y la prensa es más del 32% del empleo mientras los medios digitales no llegan al 5%.
¿Es esta la radiografía de un oficio con futuro?
En principal problema del periodismo es la falta de oferta, la redundancia, la reiteración, a pesar de los muchos medios que existen, entre los que destaca la inflación de medios públicos. No es un problema sólo de contenidos, sino también de modelos de negocio y estructuras.
Por eso en el nuevo paradigma de la comunicación el periodismo tal como lo entendemos está obligado a hacer crack. A sufrir una crisis profundísima, con desgraciadamente mucho sufrimiento para muchos, antes de que se apueste y se desarrollen nuevos medios y negocios que, en mi opinión, deben ser más abiertos, con mayor búsqueda de la rentabilidad y la función social del periodismo, mejor dimensionados para un mercado fragmentado en el que el público interesado en el periodismo de calidad es un nicho y donde la rentabilidad debe buscarse en una reestructuración del mercado y las fuentes de ingresos del periodismo.
Para todo eso hacen falta ideas, esfuerzo, riesgo y compromiso. No regulación ni estatutos.
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