Frédéric Filloux se plantea esta cuestión en un artículo reciente en Slate.fr. Se pregunta si el nuevo Kindle 2.0 puede acudir al rescate de la prensa y las revistas gracias a que propone suscripciones a precios asequibles: 10 dólares al mes para diarios tipo New York Times, 1,5 dólares para revistas de tirada semanal y entre 1 y 2 dólares para blogs.
Suscriptores potenciales no faltan pero me resulta difícil creer que la cosa pueda llegar muy lejos. ¿Por qué?
Muy simple: quien tiene un Kindle tiene, sin duda, uno (o varios) ordenadores desde donde acceder gratis al mismo contenido. Y, salvo para leer en el metro, con el iPhone, el G1 y sus semejantes se obtiene el mismo resultado por el mismo precio.
Volvemos, por otra parte, a hablar de micropagos, una idea que me pareció genial hace diez años y que no siempre ha llegado a despegar. La tecnología ha avanzado y la prensa está en crisis pero el poso de complicación que ello añade (más aún que el precio) amenaza con suponer un problema.
Y, contrariamente a lo que parece opinar David Carr del New York Times, no bastaría con inventar un iTunes cuando se trata de ofrecer actualidad. Haría falta que los precios estuvieran en torno a 5 céntimos y no alrededor de 99.
Jeff Mignon (un colega, como Frédéric) se abandona a un ejercicio interesante en su blog Média Café. Ha puesto las cifras de un modelo de pagos en una hoja de Excel que cualquiera puede cargar. Acceded y vedlo con vuestros propios ojos. Los resultados no son como para tirar cohetes.
De hecho, tanto uno como otro, a través de diversos artículos, llegan a la conclusión de que hoy en día los periódicos están llamados a conceder una importancia creciente a la web mientras que el dinero que pueden ganar con ello no cubre sus gastos operativos.
Mala noticia. Y sin embargo…
Me pregunto si la cuestión está bien planteada.
Si el periodismo de siempre se caracteriza por la producción de información, parece claro que no encuentra (todavía) el modelo económico en Internet.
Sin embargo, si el periodismo que pivota en torno a la web implica otras prácticas (donde la experiencia, el diálogo, constituirían lo esencial) entonces el modelo económico que es preciso encontrar difiere. Es aquél de un periodismo donde la producción de contenidos no es más que una parte garantizada por los profesionales y que se estructura en gran medida en torno a los vínculos, el compartir, la participación. En el modus operandi influyen tanto algoritmos como el ex-público objetivo.
Al tiempo que nos cuestionamos su papel y sus funciones sociales, es el modelo económico de ese periodismo del que hablamos el que haría falta modelar.
Pero, ¿cómo? Tal vez tengáis alguna idea…
[Foto del Flickr de Thomas Hawk]
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