Barack Obama será mañana el presidente número 44 de EE.UU., pero hoy se convirtió en el "pintor en jefe" en una casa de acogida de vagabundos, como parte de una jornada dedicada al servicio a los demás en honor a Martin Luther King. Cada uno tiene su propio ritual para combatir los nervios. En este día, otros políticos tal vez estarían preparando un discurso que entrará en la historia. Obama quiere ser diferente. Para despedirse de su faceta más social, hoy no ha dudado en quitarse la chaqueta, remangarse una de sus siempre pulcras camisas y, rodillo en ristre, ayudar a pintar un dormitorio en la Sasha Bruce House, un hogar de acogida para niños y adolescentes ubicado a pocas calles del Congreso. Junto a él, otro "pintor de brocha gorda" de lujo, Martin Luther King III, el hijo del asesinado defensor de los derechos de los negros.
Para algunos, este hogar temporal para vagabundos adolescentes es testimonio del lado oscuro de Washington, que es una ciudad dividida donde la fastuosidad del poder se codea con la miseria y marginación de muchos de sus barrios negros. Obama escogió este proyecto el día antes de tomar el testigo de George W. Bush al frente de Estados Unidos para ratificar el mensaje de unidad con el que ha envuelto su investidura como presidente, en un día en el que Estados Unidos conmemora el cumpleaños de King, que hoy tendría 80 años. Además, los trabajos sociales no son nada extraño para el afroamericano que dedicó parte de su carrera a esta profesión desde Chicago.
Lejos del mundanal ruido, parece ajeno al momento que está a punto de protagonizar ante más de dos millones de personas. Su discurso de toma de posesión será retransmitido en los cinco continentes y seguido por millones de personas. La ciudad de Washington puede dar fe de la expectación que ha despertado la ceremonia de investidura del primer presidente negro de la nación norteamericana. La capital está a rebosar y en las próximas horas se pondrán a prueba los recursos de los servicios de transporte, de seguridad y, por supuesto, los de hostelería y restauración.
Cerca de 42.000 agentes de las fuerzas de seguridad, incluidos 10.000 soldados de la Guardia Nacional, permanecen desplegados en la capital estadounidense desde el viernes. Este lunes el centro de Washington, un área de 5,6 kilómetros cuadrados, quedará cerrado a cal y canto al tráfico después del mediodía. La ciudad se convertirá entonces en una especie de fortaleza medieval, pues se cortará también el acceso por los puentes a través del río Potomac. El tráfico aéreo quedará restringido. Incluso a pie, quienes deseen entrar en las áreas acordonadas tendrán que hacerlo a través de puestos de control y someterse a un exhaustivo registro. Están prohibidas las bolsas que no tengan un tamaño muy reducido, los paraguas o las sillas de ruedas.
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