Empieza la cuenta atrás. Al flamante presidente de EEUU le quedan sólo cinco días para poder recibir emails personales. A partir del próximo día 20, Barack deberá olvidarse de la Blackberry y, al margen de todas las sesudas reflexiones sobre el tema de la seguridad —incluidas las realizadas por soitu.es—, la realidad es que a los hombres les cuesta prescindir de juguetear con el móvil y consultarlo constantemente, como si el futuro de la humanidad dependiera del último mensaje recibido. Mándale tu propia misiva antes de que tenga que entregar su preciado tesoro.
Se lo han explicado por activa y por pasiva, pero él, erre que erre, como si fuera un niño pequeño: "Quiero mi Blackberry, quiero mi Blackberry". Es que todavía no se ha dado cuenta de que tiene la soga de la economía al cuello. Pero si en lugar de ovejitas para dormir, va a contar parados. Paulson —secretario del Tesoro— y el equipo económico de Obama ya tienen bastante con la interminable partida de Monopoly en la que andan liados. Con el panorama que tiene por delante, no le va a sobrar ni un segundo para toquetear el móvil como lo hacía hasta ahora, por muy antiestrés que resulte acariciar las teclas con sus largos dedos.
Los servicios de seguridad nacional de la nación más poderosa del mundo, con toda su artillería legal cubriéndole las espaldas y un sinfín de argumentos apuntalando la negativa a que el presidente se quede con su adorado 'smartphone', en un lado del cuadrilátero. En el contrario, el propio presidente electo y cientos de analistas políticos, blogueros y demás fauna de internet. Por ahora, el FBI va ganando los asaltos, a pesar de los constantes golpes que le asesta su rival. La ley de Archivos Presidenciales de 1978 deja K.O cualquier sugerencia de que Obama tiene derecho a mantener un pedacito de privacidad. El texto es claro: todas las comunicaciones del presidente serán grabadas y clasificadas hasta cinco años después de que abandone la presidencia, momento en que pasan a ser del dominio público. Y claro, a nadie le apetece ver publicados su sms picantes, las bromas a la suegra, o las broncas a los colaboradores en la prensa mundial. El mismo Bush jr, a pesar de las pocas luces que se le atribuyen, renunció al mail personal y se despidió de sus amigos y familiares vía internet nada más pisar la Casa Blanca con la promesa de reanudar el contacto cuando abandonara el cargo.
En realidad, el razonamiento de que resulta paradójico que el hombre que ha ganado las elecciones, en parte, gracias a su moderna manera de utilizar las tecnologías deba soltar su Blackberry, se viene abajo por culpa de su manía de colgársela del cinturón. Un detalle terriblemente antiestético, más propio de un agente secreto de película de acción tirando a fanfarrón que de un apuesto y estiloso político al que en la vieja Europa hemos concebido como uno de los norteamericanos más chic, intelectuales y atractivos desde Kennedy, que en paz descanse. Un sueño que está a punto de desmoronarse con las primeras decisiones que tome. Pero antes de que la carroza se convierta en calabaza, cumple tu deseo. Mándale un consejo que sólo le darías a un amigo. O un tierno abrazo fraternal. O una receta mágica para acabar con las guerras, el hambre, el odio... O las instrucciones para realizar un boca a boca a la economía. O eso que sueles susurrar al oído. Todavía puede recibirlo en su Blackberry con toda la privacidad que implica. Soitu.es se encargará de hacérselo llegar antes de que los servidores R.I.M ubicados en Canadá dejen de encriptar, al menos durante los próximos cuatro años, sus comunicaciones vía Blackberry.
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