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Peñaparda (Salamanca) celebra los 104 años Tía Gora al son pandero cuadrado

EFE
Actualizado 04-01-2009 16:45 CET

Peñaparda (Salamanca).-  El municipio salmantino de Peñaparda, que limita con Portugal y Cáceres, ha celebrado hoy los 104 años de la Tía Gora, al son del pandero cuadrado, un instrumento de percusión que sólo lo tocan algunas mujeres de esta comarca de El Rebollar, entre ellas la centenaria homenajeada.

Gregoria Benito, como así se llama, vive sola a pesar de que dos de sus tres hijos residen en Peñaparda, y entrar en su casa es como regresar al primer tercio del siglo XX, ya que su salón está presidido por una vieja chimenea donde burbujea el puchero que todos los días pone al fuego para cocer las patatas.

Tía Gora es una persona "llena de vitalidad y con mucho sentido del humor", como ha explicado hoy a Efe la alcaldesa del municipio, Camila Bizarro, y ha recibido la felicitación de la gran mayoría de sus convecinos, mientras ellas deleitaba a los que acudían hasta su casa con algunos cantares propios del lugar, al son del pandero cuadrado y sentada en una silla de mimbre al calor de la lumbre.

El pandero cuadrado es un instrumento de percusión, similar a un tambor y que lo tocan las mujeres con los palos y las manos, casi siempre desde una postura sentada, mientras entonan canciones típicas del folclore popular de El Rebollar, una zona de la Sierra de Gata salmantina.

Otra de las singularidades es que todas las canciones se cantan en el habla popular de El Rebollar, "un dialecto que todavía hablan vecinos de Peñaparda, Robleda, Villasrubias, El Payo o Navasfrías", explica la regidora.

"Ya me va fallando la garganta para entonar canciones", asegura Tía Gora quien, como todas las mujeres de cierta de la zona de El Rebollar, viste de negro y con un pañuelo oscuro en la cabeza, que antaño se utilizaba para protegerse del sol mientras se realizaban las labores campesinas.

"Tengo tanta salud porque he trabajado mucho toda mi vida, ya que antes era lo que había que hacer para sobrevivir. Por estos pueblos todo era miseria y hambre", exclama la centenaria, que reconoce que "ahora se vive mucho mejor".

Se levanta pronto todas las mañanas, se prepara la lumbre con palos de roble que ella misma carga y, acto seguido, se prepara unas patatas cocidas con tocino, que es su alimento diario.

Gregoria Benito también pasó algunos años como emigrante en Francia, al igual que muchos de los vecinos de Peñaparda que han regresado al pueblo después de jubilarse.

Llama la atención que Tía Gora, con 104 años, sea capaz de hablar en castellano, en francés o en el dialecto típico de El Rebollar, en función de las personas con las que mantenga una conversación.

"En este pueblo hay niños que vienen desde Francia en vacaciones y que apenas hablan español", aclaran la alcaldesa.

Esta centenaria, que todos los días se da un paseo por el pueblo, con la única ayuda de un bastón, está dispuesta a llegar a los 120 años, "ya que, si sigo así, durmiendo y comiendo bien... pues para qué voy a pedir más".

Bajo la mirada atenta de cuatro de sus doce biznietos: Nuria, Hugo, Lucía y Silvia, la anciana muestra su mayor tesoro, unos pendientes de oro típicos de Peñaparda y denominados argollas, que "los pude comprar gracias al dinero que gané durante todo un verano cogiendo garrobas en el pueblo de La Alameda de Gardón".

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