Washington.- La actividad económica de Estados Unidos, que entró en recesión hace un año, se contrajo entre julio y septiembre a un ritmo anual del 0,5 por ciento, la peor cifra desde comienzos de 2001, informó hoy el Departamento de Comercio.
En el tercer trimestre, el gasto de los consumidores, que en EE.UU. equivale a más de dos tercios del Producto Interior Bruto, disminuyó un 3,8 por ciento, lo cual sustrajo 2,8 puntos porcentuales del PIB, según el dato oficial.
Estas cifras, que revelan un empeoramiento de la situación económica del país, se dan a conocer en un momento en que el equipo del presidente electo, Barack Obama, trabaja en un ambicioso plan de estímulo que sería, con unos 850.000 millones de dólares, el más importante lanzado desde la II Guerra Mundial.
Los mercados reaccionaron favorablemente al informe del PIB que, básicamente, confirmó los cálculos preliminares y disipó las preocupaciones de que la recesión hubiese sido aún más profunda en el tercer trimestre.
El dato sobre la primera contracción del PIB desde la recesión de 2001, que duro sólo ocho meses, coincidió con los informes desalentadores acerca del sector inmobiliario.
En noviembre, las ventas de casas nuevas cayeron un 2,9 por ciento, su nivel más bajo en 17 años, y las de viviendas usadas disminuyeron un 8,6 por ciento.
En un año las ventas de casas nuevas han disminuido un 35,3 por ciento y las de viviendas usadas han bajado un 10,6 por ciento, según el Departamento de Comercio y de la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces.
El precio medio de la vivienda nueva a la venta ha retrocedido un 11,5 por ciento en un año y en noviembre fue de 220.400 dólares.
El precio medio de la vivienda usada ha descendido un 13,2 por ciento -la mayor caída desde 1968- y fue el mes pasado de 181.300 dólares.
Con una economía que ha perdido puestos de trabajo por once meses consecutivos -un total de 1,9 millones de empleos desde enero- y la persistente restricción del crédito, la mayoría de analistas calcula que el PIB en el cuarto trimestre tendrá una contracción de entre 4 y 6 por ciento, lo que podría ser la mayor desde comienzos de la década de 1980.
Los datos del tercer trimestre son sombríos: las compras domésticas -el valor total de bienes y servicios comprados por los habitantes de EE.UU.- bajaron 1,5 por ciento entre julio y septiembre después de una caída del 0,1 por ciento en el trimestre anterior.
Las ventas finales de productos, incluidas las exportaciones, disminuyeron un 1,3 por ciento.
La inflación subyacente a nivel de consumidores, que excluye precios de alimentos y energías, fue del 2,4 por ciento en el cálculo definitivo, dos décimas menos que en la estimación preliminar. En un año los precios a nivel de consumo subieron un 2,3 por ciento.
Los datos del tercer trimestre y los más recientes sobre la inflación dan campo de maniobra a la Reserva Federal, que la semana pasada continuó aflojando su política monetaria y fijó en un rango del 0 al 0,5 por ciento su meta de interés -la más baja de su historia- para préstamos interbancarios de corto plazo.
También las empresas tuvieron un trimestre magro entre julio y septiembre. Las ganancias antes de impuestos bajaron un 1,2 por ciento. El cálculo preliminar había sido de una reducción del 1 por ciento.
Un dato positivo fue que las exportaciones aumentaron en ese trimestre un 3 por ciento y las importaciones, que ya habían bajado un 7,3 por ciento en los tres meses anteriores, cayeron un 3,5 por ciento adicional entre julio y septiembre.
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