Jim Carrey y Vince Vaughn se pelean por las carcajadas navideñas

Dos de los cómicos que más entradas venden en el mundo —aunque a Volpini le hagan más bien poca gracia— intentarán que nos olvidemos de nuestras cotidianas miserias con dos descacharradas comedias. Además tenemos a Samuel L. Jackson en plan pesadilla, así como 'El cant dels ocells' y 'Estómago', un par de interesantes productos 'indies'.

'Como en casa en ningún sitio', de Seth Gordon (por F.V.)

La Navidad es ese tiempo de buenas intenciones y malos resultados. Es como la familia que, se supone con la mejor disposición, nos persigue de la cuna a la tumba, no sólo en Navidades. Tal vez el mal que aqueja a la familia sea la mala educación. Un horrible lugar en el que no hay que esforzarse: "Donde hay confianza da asco", dicen. Y acto seguido se meten en tu vida, opinan, mandan, con toda confianza. El que los protagonistas, Vince Vaughn y Reese Witherspoon se nos presenten como dos descerebrados egoístas apunta a dónde va la película toda: la reivindicación de la familia, molesta, pero la Solución Final. Intenta serlo para la inteligencia.

Valoración: 2/10

'Di que sí', de Peyton Reed (por F.V.)

Jim Carrey está a punto de ser 'un hombre sí', que en español suena totalmente diferente que en inglés: "¡hombre sí! (ya te vale)". Escribámoslo de otra manera: Jim Carrey a punto de ser 'un hombre SÍ'. Así queda más claro: un tipo que no se niega a nada. Como en 'Grupo salvaje', pero en otro registro.

Seguramente porque veníamos de ver 'Como en casa en ningún sitio' la astracanada se soporta; mal, ya, con el suicida. Fábula ligeramente de corte '¡Qué bello es vivir!' pasada por libro de autoayuda.

Una alegría ambivalente encontrarse aquí a Terence Stamp.

Valoración: 5/10

'Estómago', de Marcos Jorge (por F.V.)

A los pueblos se les rinde por el hambre. Al individuo, dándole de comer. El camino de la voluntad pasa por el estómago. Quien controla el estómago es dueño del poder. La otra vía es el sexo. Pero al sexo se llega también por la comida y se llega también por el poder, que puede comprar sexo, pero que es incapaz de cocinar, de forma semejante a cómo el sexo puede comprar comida, pero no la puede hacer. La cocina es un arte que todo el mundo entiende, aunque no entienda toda la cocina. Humor negro (lo es también que en prisión se dé una paridad negros y blancos: el cupo carcelario), miserias del individuo humano y cocina de andar por las celdas, que es como andar por casa cuando la vida se pone cuesta arriba. La afirmación del director en la rueda, corroborada por la prensa, de que el personaje de Raimundo Nonato cae simpático a todos me deja algo perplejo. El mundo cada vez más es un nicho en el que los que viven deben de ser otros. Lo que sí me he quedado con ganas es de ver a qué sabe.

Valoración: 7/10

'Protegidos por su enemigo’, de Neil LaBute (por A.M.)

Hay veces que vemos entrar en el portal tras de nosotros al vecino antipático y nos hacemos los longuis. Aligeramos el paso, afrontamos el ascensor y raudos presionamos el botón del destino esperando a que la puerta sea tan rápida como nuestros excepcionalmente diestros pies. El chute de adrenalina que experimentamos cuando nos libramos de su pestilente presencia debe de ser similar al resultante de sortear a un tigre embravecido cuando nos rezagamos en el Safari Park.

Y eso que la única culpa que tiene es que es antipático. Si además es un racista, misántropo, amargado y sin alma, hay que acelerar aún más el paso porque tal casta no teme la confrontación. Es más, la busca. Samuel L. Jackson no es el típico compañero de urbanización que hace más plácido el desembarco a la pareja recién casada que se instala en el chalet contiguo. La metáfora del tigre iba con él si es que no me he explicado bien. Su hostilidad rayana en la demencia le ayuda a componer uno de los más memorables personajes de su currículum, uno que hasta ahora iba cuesta abajo y remonta gracias a este intenso e incómodo thriller de LaBute.

Valoración: 7/10

'El cant dells ocells (El canto de los pájaros)’, de Albert Serra (por A.M.)

Albert Serra es un dios en Francia después de que 'Honor de cavalleria' (2006), su reinterpretación de 'El Quijote', se convirtiera en un fenómeno de culto en el país vecino. Como Almodóvar, que durante un tiempo tuvo que buscar el aplauso, la caricia, más fuera que dentro. Su nueva gesta, porque estrenar arte y ensayo silencioso se asemeja a un milagro en tiempos de Michael Bay, narra en claroscuros la travesía de los Reyes Magos en busca del portal de Belén.

Rodada íntegramente con luz natural en blanco y negro, casi muda, 'El cant dels ocells' está despojada de cualquier alboroto estival. No es, por tanto, una cinta navideña, sino atemporal, pasto para la contemplación más exenta de premuras. Alejada de cualquier estructura precocinada, plantea el cine como campo de maniobras para dar lugar a sucesiones de planos inanimados que remiten al arte primitivo pero que hacen que el celuloide no se estanque creciendo solamente hacia las Américas.

Si abandonó la sala cuando fue a ver 'Gerry', se removió en la butaca al contemplar 'En construcción' o insultó a Rosales después de pagar por 'Tiro en la cabeza', esta no es su película. De verdad, métase en otra sala. Por favor, huya mientras pueda y nunca mire atrás.

Valoración: 6/10

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*Federico Volpini y Alberto Moreno son nuestros colaboradores de cine.