Yo no tengo eso que llaman rencor de clase. Un poco resentidillo sí ando, porque me gustaría ser rico en vez de pobre, pero todo dentro de lo normal. Entiendo que hay millonarios que se lo han currado a fondo, y otros que se encontraron la pasta en la cuna. Que no les tengo manía, vamos. Si hay que hablar de banqueros ya me tenso un poco más. Y quería hablar precisamente de la estafa de Bernard Madoff, que ha pegado un buen palo a un montón de ricachones de todo el mundo.
Ojo, que a mí me parece mal la estafa ésta. El tal Madoff no timaba a los ricos para ayudar a los pobres, cosa que cambiaría la perspectiva, sino para ayudar a otro rico, él mismo. El tipo es tan manguis como los amigos patibularios del Ahmed, o más. No voy a ser tan cutre como para aplaudir porque, por una vez, no pringuen los de siempre, sino los que no pringan nunca.
Reconozco, sin embargo, que hay algo que me tiene pasmado. O, como diría mi amigo Vladi, «embelesado». Me refiero a que todo este personal VIP haya picado en un timo tan burdo.
Vamos a ver. Resulta que alguien que sabe de dinero, que tiene alrededor asesores económicos y jurídicos, o, ya en lo extremo, que maneja uno de los principales bancos del mundo (hablo de los Botín del Santander, que aparecen entre los estafados) se encuentra con un tipo la mar de fino. El tipo les propone invertir en un negocio con una rentabilidad asegurada del 10%, y prácticamente indefinida. ¡Y van, e invierten! ¡Su propio dinero y el de sus mejores clientes! La gente que más entiende de dinero se ha metido de cabeza en una pirámide financiera. Es increíble.
Por un lado, reconforta comprobar que pueden ser más ricos y más educados que yo, pero no son más listos. Le veo un punto de justicia poética al asunto. Por otro lado, acojona mucho. Ahí les tienen: son personajes que entran como Pedro por su casa en los despachos presidenciales, que dictan las leyes económicas, que deciden el futuro de las empresas grandes y pequeñas. Son, en último extremo, los que deciden si yo trabajo o me quedo en el paro. Son los auténticos amos del universo. Y acaban cayendo en el viejo timo de la estampita. O de la pirámide, que es lo mismo. Ay, qué futuro nos espera.
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.