Washington.- La victoria electoral del republicano Saxby Chambliss en el estado de Georgia impedirá a los demócratas alcanzar la "supermayoría" de 60 escaños en el Senado de EE.UU., lo que les obligará a buscar consenso en diversas prioridades legislativas.
Chambliss ganó en una segunda vuelta el escaño de Georgia en el Senado contra su rival demócrata, Jim Martin, después de que en los comicios del pasado 4 de noviembre ninguno de los candidatos en liza, incluyendo a Allen Buckley, consiguiera al menos el 50 por ciento.
Buckley solo obtuvo el tres por ciento del voto y quedó fuera de la segunda vuelta.
Durante la contienda, Chambliss y Martin enfatizaron la importancia nacional de los comicios en Georgia y echaron mano de los "pesos pesados" de sus respectivos partidos.
Martin insistió en que una abultada mayoría demócrata en el Senado facilitaría la aprobación de las prioridades legislativas del Gobierno entrante, entre éstas una reducción de impuestos y la ampliación de la cobertura de salud.
Para transmitir ese mensaje, Martin contó con la ayuda del ex presidente Bill Clinton y su ex vicepresidente Al Gore.
El presidente electo, Barack Obama, no participó en actos de campaña por Martin, pero grabó un anuncio de radio en el que respaldó su candidatura.
Por su parte, Chambliss remachó la urgencia de mantener el "equilibrio de poderes" en el Congreso y para ello contó con el apoyo del senador y ex candidato presidencial republicano, John McCain, y su ex compañera de fórmula, la gobernadora de Alaska, Sarah Palin.
El lunes pasado, Palin participó en cuatro actos de campaña en Georgia y su mensaje fue siempre el mismo: la "rehabilitación" del Partido Republicano tras su derrota en los comicios, comenzaba en ese estado sureño.
"No exagero cuando digo que ella (Palin) tuvo un gran impacto acá", dijo Chambliss hoy en declaraciones a la cadena Fox.
"Cuando entra a una habitación, la gente se emociona. Es una dama muy dinámica, una gran administradora y creo que tiene un futuro brillante en el Partido Republicano", dijo Chambliss, a manera de agradecimiento por el activismo electoral de Palin.
En la 111 sesión del Congreso que empieza el próximo 6 de enero, los demócratas tendrán un total de 58 votos -incluyendo a los dos independientes que suelen votar con ellos-, en comparación con los 51 escaños que lograron en los comicios de 2006.
Aún si gana el demócrata Al Franken contra el senador republicano Norm Coleman, en una contienda aún por definirse en Minesota, los demócratas no tendrán los 60 votos necesarios para frenar las tácticas dilatorias de la oposición republicana.
Bajo las reglas del Senado, la minoría puede torpedear proyectos de ley a los que se oponen con una táctica dilatoria, conocida en la jerga parlamentaria como "filibusterismo", que impide un voto en el pleno de la cámara alta.
Algunos observadores señalaron que, de todas maneras, la "cifra mágica" de 60 votos no necesariamente significa una aprobación automática y libre de controversia de las prioridades legislativas de Obama, como un segundo plan de estímulo económico, la cobertura de salud, o la reforma energética.
Después de todo, varios demócratas mantienen posturas conservadoras en temas fiscales o de defensa, y el gran reto de la mayoría será, precisamente, mantener la armonía entre el Congreso y la Casa Blanca sobre sus prioridades legislativas.
Y aunque los republicanos tengan 41 escaños en el Senado, eso no elimina las divisiones que puedan tener sobre varios asuntos o que vayan a recurrir automáticamente al "filibusterismo" para torpedear los proyectos demócratas.
Las senadoras republicanas Olympia Snowe y Susan Collins, por ejemplo, tienden a adoptar posturas más progresistas y, de hecho, la segunda dijo durante la contienda que concuerda con la propuesta demócrata sobre la cobertura médica.
Del lado de la Cámara de Representantes, los demócratas abultaron aún más su mayoría, a 255 escaños, contra 175 de los republicanos, aunque faltan los resultados oficiales en varias contiendas.
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