Los peritos dicen que la muerte de una mujer tras recibir 20 palos fue brutal

Valladolid.-  Los forenses que practicaron la autopsia a la mujer de 58 años muerta tras recibir al menos veinte palos y una cuchillada, han calificado de "muy brutal" la agresión que sufrió y dos psiquiatras que han examinado al acusado, marido de la víctima, han considerado que sí fue consciente de lo que hacía.

"Fue una agresión brutal o muy brutal", la víctima padeció no menos de veinte impactos causados por un palo y en algunas zonas de la cabeza se observaba la piel levantada y se veía el hueso, han explicado los dos forenses que hicieron la autopsia.

Ambos han comparecido hoy como peritos en la vista oral que se sigue en la Audiencia de Valladolid, mediante el procedimiento de jurado popular, por hechos ocurridos el 29 de octubre del año pasado, cuando el supuesto autor, Jesús G.R., de 61 años, mató a su esposa en el domicilio en el que vivían ambos, en Pedrajas de San Esteban (Valladolid).

En función de la necropsia y de lo observado en el lugar del suceso, la agresión con un palo comenzó en la habitación principal de la casa -sin que los forenses hayan podido precisar si fue acometida en la cabeza de frente o por detrás-.

La paliza continuó por el pasillo, hasta llegar a la cocina, donde el encausado le asestó una cuchillada en el corazón una vez que ella estaba ya "semi inconsciente", "inconsciente" u "obnubilada" y viva, han concretado los expertos, que sin embargo no han podido certificar si la situación de la víctima previa a la cuchillada habría derivado en su muerte.

Han confirmado que el cuerpo de la víctima presentaba al menos tres lesiones defensivas y han considerado que la mujer, Lidia S.C., sufrió un fuerte dolor, ya que los palos que recibió se produjeron en zonas muy sensibles, con muchas terminaciones nerviosas.

Además de los forenses que practicaron la autopsia, han comparecido en la vista oral dos psiquiatras que examinaron al encausado y que han diagnosticado que padece un trastorno paranoide de la personalidad.

Han considerado que quienes padecen este trastorno son personas desconfiadas, con tendencia a interpretar mal el entorno y a apartarse de los demás al verles hostiles hacia ellos.

Ambos han matizado que el encausado no tenía distorsionada la percepción de la realidad y, al ser preguntados sobre la posible alteración de la capacidad del acusado de conocer y querer algo, han considerado que en ese momento, el del suceso, "parece que no".

También el director del Instituto de Medicina Legal de Valladolid y otro forense, que han comparecido como peritos, han coincidido en señalar que el encausado "sí sabía lo que hacía y no estaba distorsionada su percepción de la realidad", aunque pudiera padecer un estado depresivo con elevada ansiedad.

El procesado tiene una inteligencia normal, "conocía la ilicitud del hecho y no tenía alterada su capacidad para actuar y pensar", han precisado los peritos, tras concluir mediante un test de personalidad que se trata de una persona con baja autoestima, fría y con poca tendencia a la relación social.

Tras las declaraciones de testigos y peritos, el fiscal ha mantenido hoy su petición de veinte años de prisión por asesinato, al considerar que el acusado actuó con ensañamiento y alevosía, lo mismo que han alegado la abogada del Estado y las dos acusaciones particulares, que representan a las dos hijas de acusado y víctima.