Barcelona.- El presidente catalán, José Montilla, llega al ecuador de su mandato con un gobierno de Entesa que deberá afrontar lo retos de la crisis económica y del pacto de la nueva financiación, mientras pende sobre el Estatut la espada de Damocles que representa el inminente fallo del Tribunal Constitucional (TC).
Una vez superada la etapa de turbulencias del primer tripartito, el renovado gobierno de izquierdas celebrará el próximo sábado, 29 de noviembre, sus primeros dos años de vida. Montilla tomó posesión del cargo un día antes que sus consellers.
El gobierno formado por PSC, ERC e ICV-EUiA tiene ante sí el reto de superar una crisis económica que no ha hecho más que empezar y que se adivina como la prueba de fuego de una izquierda que calibra cómo ésta afectará a una parte importante de su tradicional electorado.
Pero los balances son para echar una mirada atrás y ver los claros y la sombras en la gestión.
En el apartado de los haberes, el gobierno catalán recuerda que durante estos dos años se han construido quince nuevos equipamientos cada mes, se ha destinado más de la mitad de los presupuestos a las políticas sociales y ha aprobado nada menos que 58 proyectos de ley, algunos tan emblemáticos como la de la agencia tributaria catalana.
También se ha alcanzado la "meta histórica" de culminar el despliegue de los Mossos d'Esquadra en toda Cataluña con 14.136 agentes y, asimismo, Montilla ha sacado adelante dos de los cuatro Pactos Nacionales previstos: el de Vivienda y el de Investigación, Desarrollo e Innovación. Éste último incluso con el apoyo de CiU.
En el terreno de la 'diplomacia' externa e interna, Cataluña ha conseguido que Barcelona se convierta en la sede de la Unión por el Mediterráneo y la sede del Laboratorio de Secuenciación Genómica, liderando así la investigación biomédica del Estado.
Asimismo, hay que recordar que la cultura catalana fue la invitada de honor en la Feria del Libro de Fráncfort de 2007.
En cuanto al desarrollo del nuevo Estatut, se han constituido tres comisiones bilaterales que se reúnen periódicamente: la de infraestructuras, la económica y la bilateral Estado-Generalitat.
Pero las competencias conseguidas hasta ahora no son de gran calado, a la espera de que se trasfieran cuestiones como el servicio de Cercanías de Renfe o las becas universitarias, o se pacte la nueva financiación en cumplimiento del capítulo económico del Estatut, que situaba el pasado 9 de agosto como el plazo límite para un pacto bilateral entre la Generalitat y el Gobierno central.
El Parlament ha aprobado dieciséis leyes de desarrollo estatutario y se han tramitado nueve proyectos más, uno de ellos no obstante con casi dos años de retraso, el del Consejo General de Garantías Estatutarias.
Llegando así a las 'sombras' del actual Govern, hay que recordar el primer capítulo que por un momento hizo temer tiempos pasados: la crisis desencadenada a principios de 2007 cuando el dirigente de ERC Xavier Vendrell ofreció a CiU la presidencia de la Generalitat si convocaba un referéndum de autodeterminación en esta legislatura.
En muchas ocasiones, las fuerzas del tripartito han minimizado sus diferencias a base de aparcar discusiones sobre cuestiones que les separan, como el Cuarto Cinturón o la interconexión eléctrica con Francia.
Otro capítulo crítico fue el caos durante meses en el servicio de Cercanías, que dejó solo al PSC en el Parlament frente al resto de fuerzas que pedían la dimisión de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que finalmente repitió en el cargo tras las últimas generales después de traer el AVE a Barcelona, Lleida y Tarragona.
Otra de las cuestiones que mayores quebraderos de cabeza provocó al tripartito fue la gestión del conseller de Medio Ambiente, Francesc Baltasar (ICV), ante la sequía que azotó Cataluña hasta la primavera pasada y que levantó los ánimos de los antitrasvasistas.
Tras una fallida propuesta de trasvasar el río Segre, el Gobierno central apostó por conectar con una tubería el sistema central con los sobrantes de los regadíos del Ebro, lo que finalmente no se llevó a cabo gracias a unas lluvias que llegaron después de que el agnóstico Baltasar confesase que había rezado a la 'Moreneta', la Virgen de Montserrat.
Entre tanto, Montilla no ha dudado de enfrentarse en más de una ocasión a José Luis Rodríguez Zapatero en cuestiones como la ley de Dependencia, una normativa de la que ya gozan 30.000 catalanes pero cuya falta de dotación económica llevó a Montilla a decir que el Gobierno no estaba a la altura de las circunstancias.
Montilla protagonizó su discurso más duro ante Zapatero en el XI congreso del PSC, en julio pasado, cuando le recordó que para él está por delante de todo la defensa de Cataluña, por lo que le pidió que "no decepcione" en cuestiones como la financiación.
Pero más allá de cómo quede la financiación o la sentencia del Estatut, nada parece que pueda provocar un avance electoral.
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