El destape, esa época que todos consideramos casposa cuando daba sus últimos coletazos, está siendo revisada con añoranza. Primero fue Torremolinos 73, aunque en versión más porno casero, de Pablo Berger. Este año hemos visto 'Los años desnudos, y un libro se encargó de recopilar aquellos sex symbols patrios que insinuaban y enseñaban. En aquellos tiempos estrenábamos libertad y había que resarcirse de 40 años de apretrados corsés y censura, y la música no podía ser menos. Por un lado, cientos de aburridos cantautores reaccionarios saturaban nuestras orejas con sus soflamas libertarias y cantos a la igualdad. Igualdad que, con el paso del tiempo y viendo sus abultadas cuentas corrientes, no ha sido tan equitativa para los 'camaradas' a los que dirigían sus discos. Por el otro, la ola de erotismo llegaba al mundo de la canción y todo valía... lo de cantar era lo de menos.
Los primeros y tímidos intentos fueron con la música instrumental. Así, introduciéndonos despacito, que duele menos. Llevarse a casa las bandas sonoras de 'El útimo tango en París', 'Enmanuelle' o 'Bilitis' nos daba un aire cosmopolita. Supongo que serían muchos los que en la época usarían los discos como banda sonora de romances y juegos de cama, pero había que echarle mucha imaginación para que la colección de instrumentales de Francis Lai o Gato Barbieri incitaran a algo erótico. Porque sabías que lo que estaba sonando en el tocadiscos era la banda sonora de una película clasificada S y hasta hace poco prohibida en España, que si no, la habrías confundido con cualquier insulsa música de ascensor o consulta de dentista. El subconsciente y el estar predispuesto a algo es lo que tiene, que escuchas gemidos y ruidos de los muelles de una cama donde no los hay, como en 'Je t'aime... moi non plus'. Este tema, que fue compuesto en origen por Serge Gainsbourg para ser cantando junto a Brigitte Bardot, pero que terminó editándose con la voz de Jane Birkin, estuvo mucho tiempo prohibido en nuestro país, porque alguien había lanzado el rumor que la canción la habían grabado mientras practicaban sexo en una cama colocada en medio del estudio de grabación. Cosa totalmente falsa, porque en el disco ni suenan muelles de ningún somier ni nada de nada.
Posteriormente, Gainsbourg volvería a intentar el escándalo con su hija Charlotte, con la que grabó siendo menor de edad la canción 'Lemon incest', intentando reproducir un nuevo 'Je t'ame' entre padre e hija, pero para entonces a Gainsbourg ya le tenían muy calado y sí, escandalizó a varios, pero tampoco fue como para pedir su cabeza, y eso que rodaron un vídeo donde padre e hija retozaban en una gigantesca cama.
Esta predisposición a comparar cualquier cosa que llevase el sello erótico con moderno, europeo y aperturista, que es lo que tenía un país que había permanecido en la Edad Media, hizo que muchas discográficas encontrasen negocio en editar insulsos discos de música instrumental romántica, con un par de 'Dabadabadás' de coro y dos susurros, como si fueran la auténtica banda sonora de Sodoma y Gomorra. A destacar la colección 'Sonido Perpignan' que se inventó un sello catalán para lanzar los discos de Nathalie y Christine, dos señoritas que, incomprensiblemente, cambiaban de cara en cada portada (o les gustaba mucho la cirugía estética o el maquetador de la discográfica tiraba de banco de imágenes como un loco) y vendían un rollo bollo con títulos como 'Mujeres' o 'Beso', mientras en las carpetas de los singles se reproducían fotos de las mutantes Nathalie y Christine retozando en la playa, corriendo agarradas de la mano o metiéndose mano medio en pelotas. Todo muy chusco y como recortado de una revista porno nórdica.
Los que no se andaban con rodeos eran Johnny Da Pena y Ana Sánchez, ex componentes del trío Magos de Oz y matrimonio que formaron el dúo Ana y Johnny. Su primer disco, 'Quisiera ser un caballo', no tuvo mucho éxito, aunque ganó un concurso. Pronto arrasarían las listas de éxitos de todo el país con el desesperado grito de 'Yo también necesito amar', un clásico del pop que empezaba tranquilamente con la voz rota al estilo italiano de Johnny, para dar paso a una Ana que gritaba su necesidad de amor en un falsete digno de las mejores scream queens del heavy metal. La declaración de intenciones del 'Follamos sí o sí' de la canción ('tómame, libérame del pudor y hazme sentir tu fuego confortador'), hizo que se tradujera a varios idiomas y Ana y Johnny explotaron el filón en los siguientes discos con títulos como 'Y te amaré" o 'Me diste tanto amor'.
La discografía de Ana y Johnny eran piezas obligadas en las sesiones de 'lentos' de las discotecas de la época para pegarse el filete. Posteriormente el dúo se separó artística y sentimentalmente, montaron negocios de venta de instrumentos musicales y Johnny se dedicó a producir a varios grupos, entre otros el single de Coz 'Más sexy', donde Ana hacía los coros dando la réplica a la voz masculina.
Otro que siguió la escuela de música erótica italiana fue Manolo Otero. Conocido por sus trabajos como galán protagonista de fotonovelas de quioscos y por ser marido de María José Cantudo (el primer vello púbico que se vio en el cine español), 'Todo el tiempo del mundo' era el típico single que todo famoso de turno grababa por su cara bonita, con la esperanza de vender alguna copia. La mezcla de música romántica, coros femeninos de la época y Manolo Otero y su grave y masculina voz recitando un texto digno de un teléfono erótico, hizo que esta versión de una canción italiana fuese superventas en España. Fueron muchas —y muchos— los que en la intimidad de su cuarto, mientras sonaba el tocadiscos, mojaron sus sábanas blancas (como decía Lalo Rodríguez), tanto que animó a Manolo Otero a emprender una carrera musical en serio que no volvió a dar tan buenos frutos con su siguiente disco, 'Vuelvo a ti', como lo había hecho con 'Todo el tiempo del mundo'.
Lo que en Manolo Otero eran buenas formas, suavidad y diplomacia, en Susana Estrada brillaba por su ausencia. Apareció en el mundo del espectáculo como la 'prima d’scola' de Blanca Estrada, famosa por entonces por ser azafata del 1,2,3, y pronto la eclipsó con sus actuaciones en clubs donde bailaba con un robot dotado de un enorme falo que emitía luz intermitente y con el que terminaba haciéndoselo en medio del escenario. Directora de un consultorio sexual en una revista erótica que le originó varias demandas y amenazas de encarcelamiento, Susana Estrada grabó varios discos en los que reivindicaba su derecho a la libertad de la mujer, ordenando que quemaran los sujetadores, aunque su mayor éxito fue 'Gózame ya'. Los gemidos, los susurros habituales y la falta de voz característica de todas estas producciones se complementaban con una petición de besos, caricias, cariño y amor que según avanzaba la canción se iba volviendo impaciencia para terminar con un imperativo 'si me vas a follar mi amor, fóllame ya'. Para que nos vamos a andar con tonterías ¿no?. Vamos al lío y así nos vamos todos a casa antes.
El estilo de composición del 'Je t'aime' de Gainsbourg creó escuela en el pop erótico. La canción de por sí es un icono que ha sido versionada por infinidad de artistas que van desde Donna Summer, que ya había realizado su particular plagio con su primer single 'Love to love you, baby', a los Pet Shop Boys. Prueba del éxito es 'La canción de Melissa', adaptación al castellano del tema principal de la película 'Bilitis' hecho por la presentadora de tv Lola Martínez, y en cuya letra contaba su primera y única experiencia lesbiana. Si a más de uno le resultó duro ver en esta tesitura a la locutora que habitualmente nos saludaba por las tardes en la pantalla del televisor para dar paso a la novela de turno, hubo varios que se atragantaron cuando vieron aparecer en la portada del single 'Touch me' a Sara Montiel desnuda con una fina tira metálica cubriendo sus pezones en una especie de vestuario sacado del outlet de 'Historia de O' o 'Barbarella'.
La que un día diera de comer huevos fritos a James Dean, se lanzó en 1975 con una canción discotequera compuesta por su marido Pepe Tous y cantada en inglés. ¡Con un par! Sara, que siempre ha sido incapaz de encajar un playback en televisión, no sé cómo se las arreglaría para acordarse de tanto gemido y tanto 'Love me, love' que tenía una canción que no puede faltar en la actualidad en toda fiesta friki que se precie. Por cierto, ¿conocerá Madonna la canción de Saritísima? Más que nada porque su single 'Erotica' es sospechosamente parecido al sexyhit de la manchega universal.
Otra gran locutora de TV que dio el paso a la música fue Marisa Medina. Con música de su marido, el compositor de cine Alfonso Santiesteban, Marisa editó varios discos donde mezclaba el erotismo con la denuncia social, la infidelidad matrimonial, el desencanto sexual o todo junto. Autora también de poemarios eróticos de alto calibre rayando casi en la pornograf’a destinada a camioneros, Marisa es el ejemplo de lo que podía llegar a dar de sí una mujer liberada en épocas de transiciones y cambios de regímenes políticos.
Para terminar, un hombre. Gonzalo. Hoy conocido como productor y descubridor de cantautores y dúos como Ella Baila Sola. Antes de triunfar como actor en un capítulo de 'Verano azul', de representarnos en el festival de la OTI o de concienciar a los madrileños de que tenían que viajar en metro en una campaña publicitaria, adaptó al castellano un tema de la italiana Loredana Berte. Aún recordamos al joven Gonzalo en el escenario del programa 'Esta noche... fiesta' rodeado de figuras a tamaño natural con su foto mientras se iba manchando la cara con betún al grito de aquella oda italiana al onanismo que era 'Soy bellísimo'.
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