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Madrid se queda sin otra sala de conciertos

Por SEBAS ALONSO (SOITU.ES)
Actualizado 21-11-2008 16:01 CET

Un viernes uno se levanta con ganas de olvidarse del trabajo y salir, ¿y qué se encuentra? Que el Ayuntamiento de Madrid acaba de proceder al cierre del Moma y La Riviera y que en las próximas horas prevé hacer lo mismo con otra mítica sala, Macumba.

La muerte el pasado fin de semana de un joven de 18 años, Álvaro Ussía, en las puertas del Balcón de Rosales, un club del Paseo Pintor Rosales, ha levantado una ola de alarma social. Las causas de la muerte aún no están aclaradas, ya que el cadáver no presentaba sangre ni contusiones, pero se cree que los porteros habrían estado involucrados propinándole una paliza. Estos hechos, tan graves y preocupantes como desoladores, están en boca de todos y ocupan constantemente los debates del 'late night' televisivo y los editoriales de la prensa escrita, lo que probablemente ha llevado a esta drástica decisión.

El Ayuntamiento tiene que asumir la responsabilidad de haber mantenido abierto este local, que seguía funcionando a pesar de contar con más de 60 expedientes de la Policía Municipal, la mayoría de ellos por permitir la entrada a menores y dejar que consumieran alcohol, por no presentar licencia de funcionamiento o carecer del cartel identificativo de la actividad en la entrada.

Es acertado el decreto de la Comunidad de Madrid aprobado esta semana, que regulará la actividad de porteros de discoteca para que realicen funciones de vigilancia y no de seguridad. A partir de ahora tendrán que dejar de ser los reyes del mambo y limitarse a controlar el aforo, no permitir la entrada a menores, asegurarse de que no se saquen bebidas a la calle y llamar a la Policía Municipal en caso de que suceda algo. Además no podrán tener antecedentes penales y tendrán que superar una prueba psicotécnica y psicológica igual a la que realizan los policías municipales, así como un test de conocimiento básico. El incumplimiento de estos requisitos podrá llevar a los locales a pagar una multa de 30.000 euros. Ya era hora de que esta profesión se regulase.

Sin embargo, el cierre de un local mítico de Madrid como La Riviera, que dispone de licencia desde 1964 como café bar, restaurante y sala de baile, es a todas luces exagerado. Este fin de semana tenía programados el último concierto de la gira de Sidonie o el esperado regreso de los geniales Stereolab a la capital. Finalmente, Sidonie actuará en la sala Joy Slava, como el grupo cuenta en su MySpace, y el concierto de Stereolab se celebrará en la sala El Sol.

Sólo hace unos días Matthew Herbert con su Big Band ofreció un concierto excepcional en esta sala, acompañado de 16 músicos y la cantante Eska Mtungwazi. Herbert sampleó en directo el sonido de un ABC arrojado al suelo o del público aplaudiéndole y a partir de ellos construyó canciones. Un espectáculo de vanguardia que es el último ejemplo de lo que puede vivirse en La Riviera, pero evidentemente no ha sido el único. Por La Riviera han pasado clásicos como Paul Weller, representantes del grunge y el rock de los 90 como Smashing Pumpkins, grupos de pop pastel como Roxette... De una manera u otra, todos han contribuido a que Madrid fuera protagonista de momentos culturales históricos y divertidos.

El cierre de la sala supone un daño enorme para la capital, que no dispone de otro recinto de capacidad media. La Riviera puede acoger a algo más de 2000 personas y es perfecta para grupos de popularidad media que no llegan a llenar el Palacio de los Deportes, pero que no caben en salas más pequeñas como la Sala Heineken o El Sol. Keane o Garbage son algunos de los grupos de esta categoría que quizá en sus próximas giras no puedan incluir Madrid por no contar con un recinto adecuado a la demanda que generan.

El Ayuntamiento, que también ha cerrado esta semana la sala But, en la plaza de Barceló, muy cerca de Pachá, insiste en que todas las salas cerradas acumulan faltas graves o muy graves. El Moma, por ejemplo, tenía 20 denuncias de la Policía Municipal desde 2003. Presionado por el PSOE, cuyo concejal Pedro Sánchez exige responsabilidades al ser el Balcón de Rosales un local municipal, el equipo de Alberto Ruiz Gallardón ha decidido cortar por lo sano y quitarse problemas de encima.

Sin embargo, es imposible no asociar esta nueva decisión con el cierre de otras salas previo a la triste muerte de este joven, como fue el caso del Independance, hace unas semanas, o la reducción de horario de la mítica sala Nasti hace unos meses. Ahora se llevan por delante un local que ha enriquecido la vida de la capital durante más de 40 años. Si de verdad nunca volvemos a ver un concierto en La Riviera, hoy es un día muy triste para todos los madrileños.

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