El Vladimiro tiene a uno de su pueblo en Afganistán y seguimos bastante lo que pasa allí. Me acuerdo de septiembre de hace siete años, cuando mandaba Aznar y ordenó que fueran las tropas. El ministro de entonces, Federico Trillo, del PP, dijo al principio que iban "en misión de guerra". Al día siguiente dijo que no, que "en misión humanitaria". Luego Aznar dijo que "en misión de paz". O sea, que seguimos como empezamos, con una misión pacífica de guerra humanitaria, o algo así.
El Vladi no conoce en persona a su paisano, que ya ha ido por allí dos veces, pero sabe de él por otro amigo. Por lo visto, la primera vez que fue, hace unos tres años, estaba muy contento porque la paga era buena, los jefes se portaban y donde estaba él había calma. Ahora cuenta que está más chungo todo. Tienen que ir cada día a vigilar unas obras y ya no se les acerca la gente como antes para pedir cosas. Le contó a su mujer que le tocaba pasar aún medio invierno y que hace un frío que pela, pero con la nieve se encierran en el cuartel y están más tranquilos. Ya no quiere repetir turno.
Esto lo cuento de oídas, o sea que no es de primera mano. Pero el mal rollo es de cajón: no creo que vayas por ahí bailando el chiki-chiki mientras se te tiran encima tíos suicidas con un camión de dinamita. Vale, son soldados y van voluntarios. Pero anoche lo hablábamos con el Vladi, el Ahmed, la novia del Ahmed (ya hablaré de la novia otro día, que tiene miga) y otra gente: ¿qué les deben decir a los soldados cuando llegan? No nos imaginábamos qué instrucciones les dan, porque no hay ejército enemigo, ni nada que conquistar, ni nada especial que hacer. Sólo salir de patrulla y confiar en que no te peguen un zambombazo.
Yo no sé si los soldados españoles tienen que estar allí. El mismo Ahmed, que con el ramadán se junta con paisanos de todos los palos, incluyendo tíos que a mí me dan yuyu, cuenta que los talibanes tienen mucho peligro. También dice que son peores los paquistaníes, pero ésos, vete a saber por qué, van más o menos con los americanos. Lo que decía, que no sé si hay que quedarse o retirarse. Pero me da que el caso tiene algún parecido con el encofrado.
Cuando estás en una obra, haces las cosas más o menos. Si un tocho queda torcido, pues vale. Si se te olvida mojar el ladrillo, pues vale también. Eso sí, el encofrado lo tienes que tener clarísimo desde el principio, y hacerlo exactamente como ha de ser. No puedes hacer un molde en plan más o menos. Ha de salir exacto, sobre todo en altura, porque si te pasas o te quedas corto la has cagado: tienes que tirar todo el mogollón de hormigón, que cuesta lo suyo, y empezar desde cero. No veas cómo se ponen el capataz, el aparejador y toda la peña. O sea, que para hacer un encofrado necesitas un plano y seguirlo al milímetro. ¿Tienen un plano en Afganistán? ¿Saben a qué han ido? ¿Saben cómo ha de acabar para que vuelvan las tropas a casa?
No parece que haya plano en esa guerra. Gran problema, porque una guerra, lo mires como lo mires, es mucho más seria que un encofrado.
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