Mientras decenas de miles de refugiados huyen de los combates que enfrentan al ejército congoleño y los rebeldes apoyados por Ruanda, las tropas del general Laurent Nkunda han decretado un ‘alto el fuego’ unilateral. Sobre el terreno, el estallido de un obús de mortero cerca del campo de Kibati habría provocado un movimiento de pánico entre los refugiados: 45.000 personas estarían desplazándose hacia Ruanda y el sur de la región. Asimismo, se habrían producido enfrentamientos con armas pesadas en la zona fronteriza entre Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC —antiguo Zaire—).
Esta reanudación de los combates alrededor de Goma es consecuencia del enésimo acuerdo de paz fallido. Como subraya el International Crisis Group en su último análisis, los grupos hostiles presentes en la región se han rearmado en las últimas semanas. Era, pues, lógico que las armas hablasen de nuevo. Volvamos sobre un conflicto que lleva 14 años devastando la región.
Al contrario de lo que muestran las imágenes miserabilistas que reaparecen a cada repunte de la crisis, Kivu es una región extraordinariamente rica, lo que le ha valido el sobrenombre de 'Suiza del África central'. Esto se debe a diversas razones:
Desde los años 60, Kivu ha constituido la base de retaguardia para todos los refugiados —principalmente ruandeses— de la región, pero también un enclave codiciado por los poderes de Zaire, Ruanda y Uganda. Este 'punto débil' de África central continúa siendo una zona imposible de controlar enteramente, debido a su vasta extensión.
Todos los protagonistas del conflicto actual son herederos del genocidio ruandés. Resulta imposible comprender la lógica de los actores del momento sin referirse a este periodo.
Poco a poco, el ejército nacional congoleño (FARDC) consigue retomar el control de la región, pero se enfrenta:
En suma, 14 años después del estallido del conflicto, ya nadie controla verdaderamente a los grupos armados que se han hecho autónomos y sirven de brazo armado a las potencias regionales.
Como cada vez que la tensión aumenta de grado, las primeras víctimas son los civiles, en particular la población de los campos de refugiados situados en torno a Goma. A la pregunta '¿cuántas víctimas?', la misión de la ONU responde:
"Según un estudio publicado por el International Rescue Committee en diciembre de 2004, habrían muerto 3,8 millones de personas, la mitad de ellas niños. Según Jan Egeland, coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU, los efectos persistentes del conflicto han causado al menos 1.000 fallecimientos diarios en la RDC, al tiempo que unos tres millones de personas ‘precisan urgentemente asistencia’".
La Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC) fue creada en 1999, tras el primer acuerdo de paz. Desde entonces, la MONUC se ha afanado en imponer el respeto al alto el fuego y desarmar a los distintos grupos armados que asolan la región.
A pesar de un presupuesto muy elevado —1.136.200 dólares para 2006— y una dotación de personal igualmente pletórica —16.475 militares, de los cuales 3.551 son paquistaníes, más 3.150 civiles—, lo menos que puede decirse es que la solución no está al alcance de la mano.
Existen diversas explicaciones para este fracaso:
Si hay una opinión unánime sobre Kivu, es que no existe una receta milagrosa para este polvorín permanente.
En el ámbito político, ninguno de los protagonistas ha proporcionado hasta ahora la más mínima pista de cómo encontrar una salida aceptable a la crisis, ya sea desde Kigali o desde Kinshasa. El portavoz del primer ministro belga ha declarado que solicitará "un examen de la situación del mandato y de la configuración de la Misión de las Naciones Unidas en el Congo (MONUC)". Nada más, por el momento. Bruselas ha enviado a su ministro de Asuntos Exteriores a Kigali para tratar la cuestión con el presidente Kagame.
En el terreno militar, Francia ha hecho una propuesta con ocasión de su presidencia de turno de la Unión Europea. El ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, se ha mostrado favorable al envío de un 'grupo táctico' —con un máximo de 1.500 hombres— para estabilizar la situación. Esto no sería ninguna novedad: Europa ha desplegado dos misiones en el Congo; Artemis en 2003, en región de Bunia, y Eufor RDC en Kinshasa, en 2006, durante el proceso electoral. Los belgas, ausentes del conflicto desde los hechos traumáticos de 1994, cuando murieron diez cascos azules, se prestarían a enviar efectivos.
* Artículo publicado originalmente en el medio digital francés Rue89.
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