Washington.- Barack Obama podría convertirse en el primer presidente negro de EEUU, una hazaña histórica que redimirá a la nación de su pasado racista y que el candidato habrá logrado sin apelar al voto racial, al menos directamente.
En esta larga carrera electoral, el factor racial ha sido un elemento latente y conflictivo que los demócratas han querido evitar en todo momento, lo que se ha hecho patente en la ausencia de imágenes de Obama con multitudes negras durante la campaña.
Además, Obama -criado y educado entre blancos, aunque de piel negra- ha tenido que moverse durante la campaña por la línea fina que separa estos dos mundos, para evitar que se le identifique como el candidato de los afroamericanos, lo que hubiera provocado rechazo en la mayoría blanca del país.
Así, el senador de Illinois ha hablado en su campaña de racismo y de falta de igualdad, pero ha evitado referencias directas al legado del reverendo Martin Luther King, que encabezó el movimiento de derechos civiles hace 40 años con su sueño de un país donde no se juzgara a la gente por el color de piel, sino por la forma de ser.
Al senador de Illinois, no obstante, no le ha hecho falta apelar al votante afroamericano para ganar su adhesión. Su meteórico ascenso en esta carrera presidencial ha generado una descarga electrizante en la población negra del país, tradicionalmente muy desencantada con la política.
Desde Misisipi a Denver, o desde Virginia a Luisiana, los mítines de Obama son un espectáculo sobrecogedor de hombres y mujeres de color, que sufrieron la dureza de la segregación racial con rabia e impotencia, y que ven, con lágrimas en los ojos, a uno de ellos en la carrera a la Casa Blanca.
Jimmy Harold, un afroamericano de Misisipi de 61 años, nunca creyó que viviría para ver carteles de un candidato negro a la presidencia, especialmente para alguien como él, que durante su juventud, no podía entrar en los restaurantes y tenía que sentarse en la parte de atrás del autobús.
"No podía haber imaginado que vería a un afroamericano llegar tan lejos", dijo Harold, uno de los activistas que pone voz a la corriente de optimismo y orgullo que se ha desatado entre la población negra.
Las cifras hablan por sí solas. Las encuestas revelan que Obama el candidato afroamericano cuenta con un apoyo férreo entre los que tienen su mismo color de piel, unos 37 millones de personas en el país, 12 por ciento de la población.
Según los últimos datos del Centro de Estudios Políticos y Económicos, en Washington, el 84 por ciento de los votantes negros se identifican como partidarios de Obama, y un 10 por ciento -muchos de ellos ancianos reticentes a dar su opinión- son indecisos.
Esta encuesta atribuye al oponente de Obama, el republicano John McCain, solo un apoyo del 6 por ciento.
Algunos argumentan que este apoyo incondicional no hay que atribuirlo al color de la piel de Obama, de padre keniano y madre blanca, sino a su propia ideología demócrata.
Muchos recuerdan que Al Gore ya recibió el 90 por ciento del voto negro en el 2000, y John Kerry el 88 por ciento cuatro años después.
Pero aunque las encuestas apuntan su triunfo, muchos advierten que Obama puede ser víctima del llamado "efecto Bradley", bautizado por el ex alcalde de Los Ángeles, Tom Bradley, también negro, que perdió su candidatura a la Gobernación de California en 1982, aunque los sondeos le daban la victoria.
Su derrota se atribuyó a que muchos encuestados, motivados por lo que sería políticamente correcto, habían dicho que votarían por un afroamericano, aunque en la intimidad de la cabina electoral hicieron lo contrario.
Pero el verdadero hito de esta campaña no será el apoyo que logrará Obama de los afroamericanos que vayan a votar, sino cuántos irán a votar, pues todos los analistas opinan que este año la participación de estos, tradicionalmente desencantados, batirá récords.
La campaña de Obama ha cortejado, lógicamente, al votante de color, pero lo ha hecho de manera subrepticia o y sin la presencia de las cámaras.
Así, representantes de su campaña han rastreado los barrios negros de las grandes metrópolis en busca de votantes, así como emisoras de radio, organizaciones de corte social, e incluso comercios y barberías.
Además, la campaña demócrata, muy volcada en la movilización del voto de los jóvenes, no ha dudado en utilizar a algunos de sus ídolos, como el jugador de baloncesto LeBron James, el rapero Jay-Z, y al pionero del hip-hop Russell Simmons, para movilizar al votante.
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