La ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2008 ha dejado más de una reflexión interesante por parte de los nuevos premiados, que han tratado temas como el arte, la crisis financiera, los flujos migratorios, el terrorismo, el cambio climático y otros retos a los que se enfrenta la humanidad. Rescatamos aquí algunos fragmentos de sus discursos [los vídeos de la ceremonia, en la web de rtve].
A pesar del interés general de las intervenciones, dos personajes han brillado con luz propia en el acto: el tenista Rafa Nadal (Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, que no ha hablado) y la ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt. (Premio Príncipe de Asturias de la Concordia). Ellos han sido los más mediáticos de este año.
Sobre la liberación de los rehenes y las FARC:
Pedimos a todas las autoridades de America Latina para que logren que el secuestro no se generalice
No me sentiré totalmente feliz mientras haya alguno de mis compañeros presos en la selva
El Rey Juan Carlos, el señor Rodríguez Zapatero y el señor Moratinos, estuvieron siempre al lado de nuestras familias y de Francia para facilitar nuestra liberación. Su decisión de ayudarnos fue primero una decisión íntima, salida de su corazón, luego se convirtió en política de gobierno
Tengo la profunda convicción de que cuando hablamos, estamos cambiando el mundo. Las grandes transformaciones de nuestra historia siempre fueron anunciadas antes. Así llegó el hombre a la Luna, así se cayó el muro de Berlín, así se acabó el apartheid. Así tiene que desaparecer el terrorismo
Sobre la actual crisis financiera:
Nuestro mundo debe cambiar y cada uno de nosotros debe romper la maldición de su propia indiferencia (...) [es en un momento en que] "los rascacielos de las finanzas del mundo parecen desplomarse, cuando las fragilidades de la civilización se manifiestan con mayor claridad" (...) "Lo que se está cayendo es un mundo construido sobre la irresponsabilidad y el egoísmo
Sobre las víctimas del Holocausto (reconocidas con el Premio Príncipe de la Concordia 2007):
No podemos ignorar su situación y la de cientos de seres humanos que padecen la arbitrariedad de la intolerancia política, religiosa o cultural en cualquier lugar del mundo. En esta aldea global que es el mundo de hoy, todos somos vecinos
El vídeo del discurso de Betancourt, en la web de rtve
Sobre la inmigración, los movimientos de población y los "bárbaros":
El siglo XXI se presenta como aquel en el que numerosos hombres y mujeres deberán abandonar su país de origen y adoptar, provisional o permanentemente, el estatus de extranjero (...) Cada uno de nosotros es un extranjero en potencia
Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización (...). Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros (...). Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros (...) Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización (...) Los bárbaros son los que piensan que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia
Sobre el futuro que dejará el cambio climático.
Hoy nos hallamos inmersos en una crisis mundial. Financiera, pero también climática. Mucha gente teme el futuro, un futuro que casi con total seguridad traerá escasez de alimentos, suministros cada vez más menguados de energías fósiles y más pobreza e inestabilidad social. En estas condiciones, conviene recordar la humanidad que compartimos, una humanidad que muestra su mejor rostro a través de la inventiva y el valor, de la flexibilidad de pensamiento y la generosidad, y a través de la capacidad de sentir alegría allí donde amenaza el peligro. Una sociedad rica en artes también es rica en estas cualidades
Sobre el arte:
Los gobiernos que intentan abolir el arte no lo consiguen jamás (...) halla siempre una vía de expresión
Sobre la ficción como "arte del tiempo":
Un país sin historias sería un país sin espejo, no proyectaría ningún reflejo, y ello llevaría, en el mejor de los casos, a una existencia fantasmal, sombría
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