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Betancourt dice que no se sentirá "totalmente libre ni feliz" mientras tenga compañeros presos en la selva

EUROPA PRESS
Actualizado 24-10-2008 20:12 CET

OVIEDO.-  La ex candidata presidencial colombiana y Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008, Ingrid Betancourt, afirmó hoy durante la gala de entrega de los galardones que no se sentirá "totalmente libre ni feliz" mientras tenga compañeros presos en la selva por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Betancourt ofreció al auditorio del Teatro Campoamor de Oviedo un discurso emotivo cargado de agradecimientos para los pueblos y mandatarios que apoyaron a su familia y su liberación durante sus seis años de cautiverio.

"El Rey Juan Carlos, el señor Rodríguez Zapatero y el señor Moratinos, estuvieron siempre al lado de nuestras familias y de Francia para facilitar nuestra liberación. Su decisión de ayudarnos fue primero una decisión íntima, salida de su corazón, luego se convirtió en política de gobierno", resaltó.

Al Príncipe le dedicó palabras de elogio. "Tuve la gran alegría de hablar con Su Alteza Real, el Príncipe Felipe, cuando en Madrid fui a visitar a su padre el mes pasado. En los minutos en que conversamos, quedé sobrecogida por la pureza de su mirada y la bondad que emana de su persona", dijo Betancourt.

"De alguna manera, ya lo conocía un poco, a través de los relatos que mi madre me hizo de las personas que la ayudaron durante mi cautiverio. Ella siempre guardó el recuerdo emocionado de un encuentro en Argentina, donde, sumándose al compromiso firme y valeroso de la presidenta Cristina Kirchner, sintió en las palabras de aliento del Príncipe de Asturias mucho más que un apoyo protocolario", añadió.

Por ello, señaló que el premio, al llevar su nombre, es "doblemente significativo" para ella. "No sólo porque es fruto de las más nobles intenciones del pueblo español, sino porque es encarnado por este joven Príncipe y por su bellísima esposa, quienes no han dejado de sorprendernos con la generosidad de sus gestos y la altura de sus sentimientos. Sí, la palabra 'Concordia' les pertenece", incidió durante su discurso.

Asimismo, tuvo palabras de reconocimiento y admiración para los otros premiados de los que dijo haber aprendido mucho, y afirmó que su estancia en Asturias con motivo de los Premios Príncipe es, tras su liberación "la más maravillosa de las citas".

No obstante, reseñó que contrasta con la cruel realidad que sufren sus compañeros cautivos en la selva. "Para ellos, hoy, no hay ni generosidad, ni respeto, ni familia, ni afecto", lamentó.

De este modo, señaló que "nadie puede sacrificar a un ser humano en el altar de su ideología, de su religión o de su cultura". "Si las FARC no quieren ser consideradas como terroristas por el resto del mundo, tienen que rectificar su acción, repudiando el secuestro para siempre. La deshumanización de sus tropas, necesaria para poder mantener seres humanos encadenados durante largos años, es una responsabilidad que recae sobre sus comandantes. Los miembros del secretariado saben que el mundo los señala con severidad", advirtió.

Hizo un llamamiento de lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el tráfico de armas porque incrementan el crimen y el terrorismo. "Quiero creer que este ritual que se desarrolla en Oviedo, hoy y cada año, es augurio elevado de las profundas transformaciones que se están produciendo en nuestros corazones y en el de nuestras naciones", apuntó Ingrid Betancourt.

También recordó a las víctimas del Holocausto que fueron reconocidas con el Premio Príncipe de la Concordia 2007. "No podemos ignorar su situación y la de cientos de seres humanos que padecen la arbitrariedad de la intolerancia política, religiosa o cultural en cualquier lugar del mundo. En esta aldea global que es el mundo de hoy, todos somos vecinos", enfatizó.

"Nuestro mundo debe cambiar y cada uno de nosotros debe romper la maldición de su propia indiferencia", solicitó la galardonada para quien esa transformación urge en momentos en que "los rascacielos de las finanzas del mundo parecen desplomarse, cuando las fragilidades de la civilización se manifiestan con mayor claridad". "Lo que se está cayendo es un mundo construido sobre la irresponsabilidad y el egoísmo", explicó al auditorio.

Así, solicitó un consumo sostenible para luchar contra el cambio climático; reconocer el derecho de los inmigrantes a desear lo mismo que desean los ciudadanos de los países de acogida; más solidaridad frente a la especulación; y más diálogo frente a las imposiciones.

"Tengo la profunda convicción de que cuando hablamos, estamos cambiando el mundo. Las grandes transformaciones de nuestra historia siempre fueron anunciadas antes. Así llegó el hombre a la Luna, así se cayó el muro de Berlín, así se acabó el apartheid. Así tiene que desaparecer el terrorismo", aseveró Ingrid Betancourt.

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