Buenos Aires.- Jorge Videla, el dictador argentino que en plena represión ilegal llegó a definir a los desaparecidos como "una incógnita", fue trasladado hoy a una cárcel militar tras pasar una década beneficiado con la prisión domiciliaria.
"No tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido", respondió Videla en una rueda de prensa que dio en plena dictadura militar (1976-1983) cuando por primera vez un periodista le preguntó por sus víctimas utilizando la palabra "desaparecidos".
Quien es considerado el máximo responsable de la "guerra sucia" contra la subversión ya tiene 83 años y pasó los últimos diez cumpliendo prisión en su apartamento del barrio de Belgrano, uno de los más exclusivos de Buenos Aires.
Pero hoy el juez Norberto Oyarbide ordenó que fuese trasladado a una cárcel que funciona en el regimiento militar de Campo de Mayo, en la periferia de la ciudad, hacia donde fue llevado por personal del Servicio Penitenciario Federal.
Al anular el beneficio del arresto domiciliario, el magistrado consideró que la cárcel instalada en la guarnición militar cuenta con el equipamiento, la infraestructura y el personal necesario para atender cualquier emergencia médica que pudiera sufrir el detenido.
"Es un paso adelante a medias", aseguró a Efe Alba Lanzilotto, dirigente de las Abuelas de Plaza de Mayo, una de las agrupaciones defensoras de los derechos humanos que desde hace años reclaman el traslado de Videla a una prisión común.
"Al menos no está más en su casa, de donde dicen que salía para ir a misa o a comprar el pan. Siempre reclamamos que los represores vayan a cárceles comunes porque es lo lógico, no que vivan lo más bien, con computadora y televisión, mientras los otros presos están hacinados", remarcó.
"Como está viejo y con cara de enfermo, le tienen la compasión que él no le tuvo a sus víctimas", reflexionó Lanzilotto, quien aclaró que "para las Abuelas lo que pasó hoy no es motivo de alegría, sino de satisfacción porque la Justicia actúe."
Mientras era jefe del Ejército, el general Videla encabezó el golpe de Estado que el 24 de marzo de 1976 puso fin al Gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón y ejerció el poder hasta 1981.
Más allá de suprimir los partidos políticos, ordenar el control de los sindicatos y restablecer la pena de muerte, la gestión de Videla estuvo marcada por una feroz represión que muchos argentinos no percibieron por el Mundial de fútbol de 1978, disputado en el país y en el cual el equipo anfitrión se consagró campeón por primera vez en su historia.
"Ni muerto ni vivo, está desaparecido", repetía el dictador mientras las Madres de Plaza de Mayo ya caminaban en círculos al grito de "los desaparecidos, que digan dónde están; con vida los llevaron, con vida los queremos".
Tras el restablecimiento de la democracia, fue detenido en 1984 y condenado a reclusión perpetua al año siguiente, cuando se celebró el histórico juicio a las Juntas Militares y el ex dictador fue recluido en un penal militar.
Pero en 1990 el entonces presidente del país, Carlos Menem, indultó a los ex comandantes y, tras salir en libertad, Videla declaró que "aún continúa pendiente un pleno agravio institucional y la reivindicación del Ejército".
El juez español Baltasar Garzón le incluyó en una nómina de militares y civiles argentinos cuya captura internacional ordenó por crímenes cometidos durante la dictadura, pero no volvió a ser apresado hasta 1998 y por orden de un magistrado bonaerense que investigó la apropiación de niños cuyos padres fueron víctimas de la represión.
Pocos días después de su detención, un tribunal aceptó que Videla, que en ese momento tenía 72 años, cumpliera la prisión en su casa, beneficio que las leyes argentinas otorgan a los mayores de 70.
El ex dictador, que había sido procesado como "autor mediato" de cinco secuestros, retenciones y ocultamiento de hijos cuyos padres estuvieron en centros clandestinos de detención, sumó otros 21 casos dentro del denominado "plan sistemático" para el secuestro de bebés.
Además, está procesado por otras causas, entre ellas la desaparición de dos empresarios y el Plan Cóndor, como se denominó a la coordinación represiva de los regímenes militares del Cono Sur en las décadas de 1970 y 1980.
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