El metamizol (conocido popularmente por el nombre comercial de Nolotil) es uno de los medicamentos más utilizados en España para combatir el dolor. Sin embargo, este mismo fármaco está prohibido en países como Estados Unidos, Australia y algunos países de la Unión Europea (entre ellos Reino Unido) . ¿A qué se debe esta contradicción?
Junto con el paracetamol, el ibuprofeno y el ácido acetilsalicílico, el metamizol es uno de los fármacos más ampliamente utilizados para tratar una gran variedad de dolores: Desde un simple dolor de cabeza hasta el tratamiento del dolor tras una operación. Su aceptación y popularidad son grandes tanto en la población general como entre los médicos, lo que ha alzado al metamizol a ser uno de los 10 fármacos más vendidos en España.
Este medicamento forma parte de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y se utiliza principalmente para tratar dolores leves y moderados. Su principal ventaja es que no afecta apenas a la mucosa protectora del estómago (como sí lo hacen otros AINEs) lo que evita episodios de hemorragias digestivas. Otra de sus virtudes es su efectividad contra los dolores viscerales, razón por la cual es ampliamente utilizado para calmar el dolor postoperatorio.
Aún así, como casi todo fármaco, tiene una serie de efectos adversos a tener en cuenta, algunos extremadamente raros, otros relativamente frecuentes. Entre los relativamente frecuentes encontramos erupciones cutáneas y molestias gastrointestinales que suelen ser bastante leves y sin mucha importancia. No obstante, hay un efecto adverso, especialmente raro pero muy grave, que sembró la polémica y dio paso a la discordia entre países sobre su regulación, optando unos por su aprobación (con una vigilancia más o menos afortunada) y otros por su prohibición: La agranulocitosis por el metamizol.
Todo comenzó allá por los años 70 cuando varios estudios describieron casos de agranulocitosis tras la administración de metamizol. La agranulocitosis consiste en una disminución severa de un tipo específico de células blancas (granulocitos) en sangre que son las primeras en combatir las infecciones. Por tanto, cuando hay un "bajón" de estas células lo que ocurre es que la persona es especialmente vulnerable a las infecciones e incapaz de responder correctamente frente a ellas.
Los casos de agranulocitosis por ingesta de metamizol son muy raros (entre 0.2 a 10 casos por millón de habitantes), pero la mortalidad es muy alta puesto que se desencadena de forma súbita y con una evolución muy rápida. Tampoco hay forma de predecir que este efecto adverso ocurra ya que se produce por una predisposición o "idiosincrasia" de la persona cuando consume el medicamento.
La agranulocitosis no es algo que aparezca exclusivamente con el metamizol, de hecho, ocurre de forma más frecuente en otros fármacos. Pese a ello, el metamizol es un AINE que se utiliza mucho allí donde está aprobado (por su amplio espectro de uso) por lo que aunque el riesgo de agranulocitosis sea muy bajo, si una gran parte de la población lo consume, por fuerza, irán apareciendo casos. Además, por aquel entonces (años 70) se estimó un riesgo de padecerlo mucho mayor de lo que más tarde se comprobó que aparecía realmente, lo que hizo aflorar el miedo. Si añadimos a ello que hay buenas alternativas al metamizol para el tratamiento del dolor, países como Suecia y Estados Unidos no tardaron mucho tiempo en prohibir dicho medicamento. Posteriormente, varios países de la Unión Europea fueron eliminando el metamizol entre su arsenal terapéutico llegando a más de 30 los países en los que está actualmente prohibido.
En España, el bajo riesgo de agranulocitosis no llevó a su prohibición, pero sí a una vigilancia estrecha de este raro efecto adverso unido al metamizol. Muchos son los médicos que comentan las bondades de dicho fármaco, tanto para el tratamiento de algunos tipos de dolor, como por su seguridad frente a hemorragias digestivas, y no entienden como un riesgo tan bajo de agranulocitosis pudo suponer la prohibición en otros países. Tanto es así, que países como Suecia, que inicialmente prohibieron el metamizol, terminaron aprobándolo más tarde.
La vigilancia y seguimiento en España de agranulocitosis por metamizol evidenciaron una frecuencia de agranulocitosis mucho más baja que en otros países donde se había dado la voz de alarma por este efecto adverso. Varios estudios de farmacogenética, que tratan de relacionar la respuesta a los medicamentos según los genes de la persona, evidenciaron que precisamente los anglosajones y escandinavos son mucho más vulnerables a este efecto adverso que los habitantes de los países mediterráneos y latinoamericanos. Lo que explica la gran diferencia entre estas poblaciones de agranulocitosis y, en parte, que muchos de estos países aún sigan utilizando el metamizol al ser el riesgo bastante más bajo que en otros países.
Así pues, que tú puedas tomarte tu Nolotil aquí en España y no en Inglaterra, no sólo se basa en unas medidas político-sanitarias distintas frente a la agranulocitosis por metamizol, sino también en que tú, por tus genes, eres menos vulnerable a este efecto adverso que tu vecino europeo anglosajón.
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