MADRID.- Más de 40.000 personas en España están en tratamiento renal sustitutivo, cifra que podría llegar a las 80.000 en los próximos diez años, debido al envejecimiento progresivo de la población y al aumento en la prevalencia de otros procesos crónicos como la diabetes mellitus o la hipertensión, que pueden llegar a causar insuficiencia renal crónica, según alertó hoy la Sociedad Española de Nefrología (SEN).
Las posibilidades de padecer una enfermedad renal aumentan a medida que la persona envejece, aunque es difícil establecer si esta relación se da por la edad 'per se' o por la asociación epidemiológica con otros factores de riesgo como la hipertensión arterial y la hiperglucemia. El envejecimiento provoca muchos cambios en la estructura y función de los riñones, de forma que a partir de los 40 años se produce una disminución fisiológica de la función renal de aproximadamente un 1o por ciento por cada 10 años.
A pesar de estos datos, y en líneas generales, el riñón del anciano es capaz de cumplir su función en condiciones normales. "El problema se produce cuando existen circunstancias añadidas que exigen su adaptación funcional a un esfuerzo máximo, momento en el que la homeostasis renal es probablemente insuficiente", explica la medico adjunto del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Marques de Valdecilla, la doctora Gema Fernández Fresnedo.
En estos casos, las opciones son: la diálisis y el trasplante renal. Aunque, como señaló Fernández, "dado que los órganos de donante cadáver para el trasplante son un bien escaso y limitado, habitualmente, en caso de precisarse tratamiento sustitutivo, existe un paso obligado por la diálisis previo al trasplante".
En España no existe un límite de edad para el inicio de tratamiento renal sustitutivo en su modalidad de diálisis. De hecho, en los últimos años se ha asistido a un aumento progresivo de la edad media de los pacientes en las Unidades de Diálisis que actualmente está en 65 años.
Por otra parte, no todos los pacientes en diálisis son susceptibles de ser trasplantados; menos del 25 por ciento de los pacientes en diálisis están en lista de espera. Aunque no hay un límite claro de edad para la inclusión de pacientes en la lista de espera de trasplante renal, el paciente de mayor edad presenta un mayor número y severidad de factores de comorbilidad, que a su vez van incrementándose con la edad. De este modo, a partir de los 70 años, se tiende a considerar que los riesgos del trasplante superan a sus beneficios.
Por todo ello, sigue siendo muy importante una buena selección de los pacientes de mayor edad, atendiendo no sólo a su edad cronológica, sino a su edad biológica, a la calidad de vida que se les va a aportar y a los factores comórbidos presentes, evaluando principalmente, por ser el mayor condicionante, la patología cardiovascular. "Todo esto hace que la presencia del paciente de mayor edad en las listas de espera de trasplante sea manifiestamente inferior, pero pudiendo aparecer casos puntuales de edades avanzadas cuya evaluación puede ser adecuada", apunta la nefróloga.
DAÑO RENAL DE ALGUNOS FÁRMACOS
Los ancianos tienen más enfermedades crónicas y consume más fármacos que los jóvenes. El 85 por ciento de los mayores de 65 años toma algún fármaco, debido a una mayor prescripción facultativa por múltiples patologías y a la frecuente automedicación. Además, en ellos se producen cambios fisiológicos que alteran los procesos de absorción, distribución, metabolización y eliminación, especialmente importantes para la eliminación renal de los fármacos.
Por este motivo, la SEN alerta sobre la importancia de tener en cuenta el uso frecuente, y a veces sin prescripción facultativa, de los fármacos llamados antiinflamatorios no esteroides (AINEs). Los AINEs, fármacos tan comunes como el ibuprofeno, el ácido acetil salicílico o el diclofenaco, constituyen uno de los subgrupos terapéuticos más utilizados por los ancianos, estimándose en un 20 el porcentaje de personas mayores de 65 años que los consumen habitualmente.
Asimismo, advirtien de que uno de los factores que complica el uso de analgésicos es su amplia disponibilidad sin necesidad de prescripción médica. "Sus efectos secundarios e interacciones, son más frecuentes y graves en el anciano, por lo que se aconseja restringir su uso, en este grupo de población, para aquellos casos en que los beneficios superen claramente a los riesgos y después de probar otras alternativas más seguras (paracetamol)", explica Fernández.
En caso de ser necesarios, los nefrólogos aconsejan que el paciente renal anciano utilice estos fármacos durante el menor tiempo posible y a las dosis mínimas eficaces, ya que entre sus efectos secundarios, uno de los más importantes, por su gravedad, son los efectos sobre el riñón. En este grupo de pacientes mayores donde la patología osteoarticular degenerativa, dolor por cáncer o cefaleas obliga a veces a un consumo diario de analgésicos, este grupo de fármacos representa un riesgo de un daño renal que puede llegar a ser irreversible.
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