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Protesta agraria retorna a Argentina, aunque con un escenario diferente

EFE
Actualizado 03-10-2008 19:59 CET

Buenos Aires.-  Las patronales rurales de Argentina inician hoy una nueva huelga comercial en reclamo al Gobierno de soluciones para el sector, aunque ésta vez las circunstancias son muy diferentes a las que marcaron las álgidas protestas de meses atrás.

La quinta huelga que realizan los productores agrarios en lo que va del año se inició a primera hora de hoy y concluirá a la medianoche del próximo miércoles, según la convocatoria de las cuatro mayores organizaciones rurales del país, que representan a unos 290.000 productores.

En estos seis días, los hombres del campo no enviarán ganado vacuno en pie a los mercados ni granos a las industrias ni a los puertos de exportación, en un intento por presionar al Gobierno en una de las principales fuentes de recaudación tributaria, la venta de materias primas al exterior.

La huelga representa el regreso a las protestas agropecuarias tras el relajamiento del conflicto logrado en julio, luego de que el Parlamento, con el voto decisivo del vicepresidente argentino, Julio Cobos, rechazara el esquema de impuestos móviles a las exportaciones de granos que detonó la pelea con el Gobierno en marzo pasado.

Pese a que desde entonces los impuestos han vuelto a aplicarse bajo una tasa fija, los productores aseguran que su situación es peor a la que vivían en marzo por el aumento de costos, el bajón de los precios internacionales de los granos y una sequía que muchos consideran la más severa del último siglo.

El Gobierno se mostró "sorprendido" por el nuevo paro agrario que ve con fuerte contenido político y el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, consideró hoy que la medida "no beneficia a nadie" y que los dirigentes rurales deberían tener una actitud de diálogo.

La presidenta Cristina Fernández insistió hoy en que en Argentina "ningún sector pueda prevalecer sobre el resto o imponerle condiciones o tomar de rehén al resto de la sociedad, menos aun en estas épocas que corren".

Mientras, el presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, recordó que las patronales acudieron a dos reuniones con el secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, "y no se resolvió nada".

La protesta se inició con un centenar de concentraciones de productores rurales en diferentes puntos del país y aunque las entidades pidieron a las bases no bloquear carreteras como en anteriores huelgas, no se descarta que puedan producirse algunos cortes.

El campo llega a esta nueva protesta en un contexto económico, político y social muy diferente al que primó entre marzo y julio último, el período más agitado de la confrontación.

Una de las diferencias sustanciales radica en el apoyo social a la protesta rural, masiva en la primera mitad del año, y que ahora es apenas del 30 por ciento, según sondeos privados.

También en el plano político los dirigentes rurales cuentan con apoyos menos explícitos de figuras de la oposición que otrora se habían puesto la camiseta del campo y que ahora ven con cierto recelo la escalada de los líderes agropecuarios en el escenario nacional.

El Gobierno salió maltrecho de la primera etapa del conflicto, con el voto negativo de Cobos a la modificación de las retenciones, la renuncia del entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández y una caída de la imagen positiva de la presidenta hasta el nivel mínimo del 20 por ciento.

Desde julio, esa imagen se ha recuperado 8 puntos, aunque aún está muy por debajo del 56 por ciento del inicio de su gestión, en diciembre pasado.

Las circunstancias económicas también cambiaron sustancialmente, con una crisis financiera global de final abierto, incluso para Argentina, uno de los principales exportadores mundiales alimentos a mercados donde el consumo tiende a desacelerarse.

Mientras en lo peor del conflicto agrario los precios de los granos estaban en niveles récord, ahora los valores bajan, con una depreciación del 40 por ciento desde julio para la soja, el producto estrella argentino.

Por la época del ciclo de producción, el sector también tiene menor poder de presión, ya que en la primera mitad del año retenía la mayor parte de la cosecha de la campaña 2007-2008 y ahora está prácticamente liquidada.

Eso hace que molinos y exportadores cuenten con existencias para operar sin sobresaltos en el corto plazo y solo podrían registrar dificultades si la protesta se extiende más allá de lo anunciado.

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