A Coruña.- El 80% de los agresores sexuales no reincide, aunque no sean tratados, mientras que un 20% lo hará si no lo son, porcentaje que puede reducirse entre 10 y 15 puntos con tratamientos adecuados, explicó esta mañana Santiago Redondo Illescas, especialista en Psicología y Criminología.
Rendondo Illescas, que hoy participó en A Coruña en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre pedagogía penitenciaria, puso de manifiesto estos datos extraídos de las experiencias desarrolladas desde la década de los noventa en más de veinte cárceles españolas.
"Castigo y tratamiento son compatibles", explicó este profesor de la Universidad de Barcelona, que incidió en que la reinserción de los agresores sexuales no se puede abordar "sólo con pastillas o con cambios legislativos, ya que la delincuencia tiene muchas causas y, por tanto, no hay una solución única", subrayó.
Un argumento que utilizó también para desechar la idea de que la castración química, "que más correctamente debería denominarse tratamiento inhibidor", corregirá las agresiones porque, si bien "es una medida interesante, quienes esperan de la reforma penal que incluya la castración una solución, van a verse defraudados".
La sexualidad humana, expuso, no es igual a la animal, "no somos gatos, si lo fuésemos, valdría la castración, pero nuestra sexualidad está imbuida de fantasías, de cogniciones, impulsos y otras cuestiones".
Por eso, hay que pensar en este tratamiento farmacológico como una ayuda en situaciones concretas como una salida de permiso carcelario o en momentos puntuales, tras salir de prisión, pero como complemento, subrayó.
Además, "nuestro objetivo no ha de ser que cambie y no tenga relaciones sexuales, sino que aprenda a tenerlas consentidas, no podemos pensar que la medicina arregla la delincuencia, que tiene su origen en múltiples factores", apuntó.
Los tratamientos, por tanto, han de aplicarse desde diversas especialidades, con el fin de eliminar la justificación a los delitos, a recuperar un sistema emocional anulado y para que estas personas puedan percibir el daños que hacen a las víctimas, a lo que se añade el conseguir que tengan un control sobre los impulsos.
El porcentaje de reincidencia y la génesis del problema no difiere mucho en los casos de pedofilia, lo que ocurre es que es "mucho más complicado para todos porque hablamos de menores", pero los abusadores de niños diagnosticados son personas "muy abocadas a ellos, no sólo sexualmente, sino emocionalmente, que no tienen adultos de referencia y se quedan con los niños, sexualmente también y es ahí donde radica el problema", indicó.
Para ese porcentaje que reincidiría en cualquier caso, los denominados de alto riesgo, apuesta Redondo Illescas por una doble vía, continuar con los tratamientos actuales en las cárceles "que han mejorado mucho y son buenos", pero sobre todo "es necesario un mayor seguimiento una vez regrese a la comunidad".
Esto, dijo, "no significa que tenga que tener un policía detrás cada violador, eso no", pero hay otros mecanismos de control que debe tener una sociedad civilizada, con visitas a centros especializados, controles, exámenes médicos y psicológicos, con un tratamiento de recuerdo como ocurre con los toxicómanos, explicó.
A eso se suma la necesidad de ser más responsables porque "estamos convirtiendo al país en reaccionario en materia de seguridad, mientras que lo aconsejable y efectivo es favorecer, de verdad, la integración".
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