Los desplazamientos al trabajo se han convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza para los expertos en movilidad. El uso mayoritario del coche no sólo influye en la contaminación atmosférica o en la calidad de vida de las ciudades, también tiene numerosas implicaciones económicas y sociales. Hablamos con Carlos Martínez Camarero, adjunto del Departamento Confederal de Medio Ambiente de CCOO.
—¿Qué harías para mejorar la movilidad de la gente que va a trabajar en la ciudad?
—Si tuviera que elegir una sola medida, ésta sería mejorar la conexión con las zonas empresariales y polígonos industriales, que no tienen normalmente un buen transporte público. Esto permitiría a muchos trabajadores dejar el coche en casa.
—¿Qué puede hacer una empresa para mejorar la movilidad de sus empleados?
—Lo mejor es planificarlo de manera negociada y tomar medidas que no potencien el uso coche. La empresa puede pagar el abono del transporte público, crear aparcamientos de bici, facilitar el cambio de ropa y duchas de los trabajadores que vayan pedaleando... Y, por su puesto, ahí dónde se pueda, potenciar los autobuses de empresa. Con todo esto no sólo se beneficia el trabajador, sino también las compañías. Aparte de la elevada siniestralidad del tráfico laboral, el coche obliga a las empresas a dedicar mucho espacio en superficie o subterráneo para aparcamientos, un espacio que se puede destinar a muchos otros usos. Y luego la gente que va en su coche al trabajo llega con cierto grado de estrés, de cansancio, de nerviosismo, y puede rendir menos.
—¿Y cómo lo están haciendo las empresas?
—Se están haciendo mal varias cosas. Existe una tendencia a trasladar los centros de trabajo y polígonos empresariales a zonas periféricas. Y, claro, cómo no haya un buen transporte público, la gente tiene que usar el vehículo privado. Por eso, a pesar de las mejoras indiscutibles del transporte público, no deja de aumentar el uso del coche al trabajo y no deja de aumentar el tiempo y la distancia del viaje al trabajo. Es la pescadilla que se muerde la cola. Las políticas urbanísticas son fundamentales.
—¿Cuál es el papel de la bici en el desplazamiento al trabajo?
—Puede ser importantísimo, todo el mundo sabe que hay ciudades europeas donde la utilización de la bicicleta llega al 25 o el 30%, eso puede ser perfectamente así en España si se ponen los medios. Y eso son infraestructuras para las bicis, carriles especiales, aparcamientos específicos y apoyar a la gente que va en bici. Eso no sucede, porque pocos ayuntamientos se atreven a poner una buena red de carriles bicis. En el caso de Madrid, hay muchos kilómetros de carril bici, pero de uso turístico o deportivo para el fin de semana, no van a los centros productivos o los centros de enseñanza.
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