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El Papa reza en Lourdes pensando en los enfermos y en las víctimas del terrorismo

EFE
Actualizado 13-09-2008 22:46 CET

Lourdes (Francia).-  Cuatro años después de la visita de Juan Pablo II, Benedicto XVI llegó hoy al santuario de Lourdes, en los Pirineos franceses, para conmemorar el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen, con la mente puesta en los enfermos y en las víctimas de la guerra y el terrorismo.

"Pensamos en las víctimas inocentes que padecen la violencia, la guerra, el terrorismo, la penuria o que sufren las consecuencias de la injusticia, de las plagas, de las calamidades, del odio y de la opresión, de la violación de la dignidad humana y de sus derechos fundamentales, de su libertad de actuar y pensar", afirmó el Papa en su primer discurso ante unas 60.000 personas.

El Obispo de Roma expresó su preocupación por los que tienen "arduos problemas familiares, quienes sufren el desempleo, están enfermos, discapacitados, solos o por su situación de emigrantes. "No quiero olvidar a los que sufren a causa del nombre de Cristo y que mueren por El", añadió.

Procedente de París, el Papa llegó a Lourdes en una tarde desapacible, en la que el frío reinante y la persistente lluvia quedaron anulados por el caluroso entusiasmo de los miles de presentes, gran parte de ellos españoles, que enarbolando banderas acogieron al Pontífice con "vivas" y frases como "esta es la juventud del Papa".

Como un peregrino más, Benedicto XVI, de 81 años, lo primero que hizo fue recorrer las tres primeras de las cuatro etapas del jubileo de Lourdes.

Se trata de la iglesia parroquial del Sagrado Corazón, en cuya capilla del Sacramento se conserva la pila bautismal en que fue bautizada Bernadette Sobirous, la niña a la que se apareció la Virgen en 1858; el "calabozo" (la casa donde vivía la familia Sobirous) y la Gruta de Massabielle (de las apariciones).

La cuarta etapa es el oratorio del hospital donde Bernadette hizo la primera comunión, que visitará el próximo lunes.

En la parroquia introdujo la mano en la pila bautismal y en el "calabozo" besó el rosario de Bernadette.

El Papa quedó impresionado por la casa donde en 1857 se refugió la familia Soubirous, arruinada y pobre: una celda húmeda y con poca luz de la antigua prisión de Lourdes.

A continuación, el Pontífice se trasladó a la Gruta de las Apariciones, el lugar más importante del santuario, donde la Virgen se presentó en 18 ocasiones a la niña analfabeta entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858.

Allí se recogió en oración ante la imagen de la Virgen. Un niño le ofreció un vaso con agua de la fuente milagrosa que María hizo descubrir a Bernadette y después encendió una vela que colocó en un gran candelabro.

La primera jornada concluyó con la tradicional Procesión de las Antorchas, que comienza en la Gruta de las Apariciones, atraviesa la pradera que hay en el lugar y concluye en el santuario.

Desde la terraza del santuario, el Papa se dirigió a los cerca de 60.000 participantes, ante los que dijo que Lourdes "es uno de los lugares que Dios ha elegido para reflejar un destello especial de su belleza, por ello la importancia aquí del símbolo de la luz".

El Pontífice recordó que desde la cuarta aparición, Bernadette encendía una vela en la gruta y la tenía en la mano izquierda mientras se aparecía la Virgen, de ahí que desde entonces se pongan miles de velas "en este lugar de luz y paz".

Benedicto XVI resaltó que Bernadette durante las apariciones rezaba también el rosario y tras exhortar a su rezo, recordó que Juan Pablo II promovió vivamente la oración del rosario y lo enriqueció con nuevos misterios, los Luminosos.

El Papa teólogo concluyó su discurso que en Lourdes, "donde la Virgen hizo brillar la esperanza y el amor al dar el primer puesto a los enfermos, los pobres y los pequeños, se nos invita a descubrir la sencillez de nuestra vocación: amar", afirmó.

El santuario de Lourdes es una de las metas de la peregrinación internacional, con seis millones de visitantes al año, y el Vaticano lo considera una "ciudadela de vida y esperanza".

Se levanta en el pequeño pueblo de 15.000 habitantes y su fama proviene del manantial encontrado por Bernadette y cuyas aguas -unos cien mil litros diarios- se vierten en 17 piscinas donde se sumergen los enfermos y numerosas fuentes en las que beben los peregrinos.

Desde 1858 se han registrado unas 7.000 curaciones inexplicables después de beber el agua, de las que sólo 66 han sido consideradas como "milagros" por la Iglesia Católica.

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