Madrid.- Aunque más largo de lo habitual, para dar cabida a un repertorio al que se le acumulan momentos memorables, el recital que Coldplay ofreció anoche en Madrid no dio lugar a sorpresas, aunque estuvo guiado por el incontrolable y magnético nervio artístico de su líder, Chris Martin.
Dos grupos separan a los multitudinarios fans del cuarteto británico, los que valoran especialmente la introspección que marcaba el sonido de sus inicios y los que adoran la grandilocuencia adoptada en los últimos años.
La velada de anoche en el Palacio de los Deportes estuvo claramente dedicada a los segundos, aquellos que han convertido a Coldplay en el grupo de referencia que ahora es y que anoche abarrotaron la pista del recinto madrileño hasta tal punto que los más rezagados tuvieron que ubicarse en los pocos asientos libres que quedaban en las gradas.
Con mucho que ofrecer y casi nada por demostrar, Coldplay interpretó casi al completo su último álbum -"Viva la vida or death and all his friends"-, lo que apenas dejó espacio para algunos de los sencillos más memorables de su carrera -"Fix you", "Clocks" incluidos- en un recital idéntico al ofrecido el día anterior en Barcelona y en el que "Yellow" dejó un aislado recuerdo de "Parachutes", su debut editado en el año 2000 del que se obviaron iconos como "Trouble".
En 2005 Coldplay defendía en el mismo lugar "X & Y", el trabajo más cuestionado de su discografía, en un concierto en el que supo aportar emoción verdadera a un medido espectáculo de masas.
Anoche, y sin grandes esfuerzos técnicos más allá de las luces y proyecciones habituales en sus giras, un pasional Chris Martin se vio rodeado de nuevo de la solvencia de Jonny Buckland, Guy Berryman y Will Champion y estrenó en directo para sus fans madrileños futuros clásicos como "Lovers in Japan" y "Viva la vida".
Eléctrico y visceral sobre el escenario es cuando el marido de la estrella de Hollywood escapa del tópico, cuando muestra al músico virtuoso y deja de lado los mandamientos de la mercadotecnia que le han convertido en San Chris Martin del Comercio Justo, sucesor de Bono en la Tierra, para proclamarse patrón del estribillo perfecto.
Aunque también maestro conocedor de los beneficios de un buen golpe de efecto, Martin emocionó en solitario interpretando "The hardest part" con su piano y, mezclándose junto a sus tres compañeros entre el público para cantar en las gradas "The scientist".
La respuesta de los asistentes fue una rendida pleitesía a un grupo que para muchos es el enésimo redentor del rock, y que de quien sí es salvador es de su discográfica, Emi, cuyo balance de beneficios depende de sus lanzamientos.
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