Amazon es una de mis compañías preferidas. Soy un cliente fiel. Razón de más (lo mismo vale para Apple) para decirlo cuando se burla de nosotros.
He querido comprar 'Croudsourcing', un libro de Jeff Howe sobre un tema del que he hablado ya mucho. Salió ayer.
El libro en papel lo venden a 17,79 dólares, y ofrecen una descarga inmediata a quien tenga un Kindle.
Yo lo tengo. He dicho lo mucho que me gusta (y luego he constatado que tiene mucho éxito). Así que me lanzo, y...
La versión Kindle cuesta 21,56 dólares.
No he comprado ninguna de las dos.
Es inadmisible por partida doble.
El ejemplar digital, que no acarrea gastos de almacenamiento ni de transporte, lo venden más caro que el ejemplar en papel.
Amazon había lanzado su servicio ofreciendo los libros más recientes a 9,99 dólares, es decir, más o menos la mitad (o menos) del precio de venta de la versión en papel. Algunos clásicos los venden por entre 1 y 2 dólares.
Una búsqueda rápida revela que se multiplican los títulos vendidos en versión digital a precios de entre 15 y 18 dólares.
Amazon lanzó un servicio con una oferta clara, y debe atenerse a ella. No hacerlo sería un grave perjuicio para su imagen de marca.
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