Naciones Unidas.- El enviado de la ONU para Sudán, Ashraf Qadi, advirtió hoy que es "incierto" el futuro de los acuerdos de paz que pusieron fin en 2005 a la larga guerra entre el Gobierno y los rebeldes del Movimiento Popular para la Liberación de Sudán (MPLS), que controla el sur del país.
Qadi aseguró en una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU que los "cimientos para una paz duradera siguen frágiles".
"Tres años después, el futuro de los acuerdos de paz permanece incierto, aunque no sombrío", indicó.
El enviado especial reconoció que la implementación del proceso de paz va retrasada, pese a que el nivel de cooperación entre las partes "muestra señales de mejora" después del enfrentamiento armado del pasado mayo en la rica ciudad petrolera de Ebey.
Esa ciudad es reclamada por la región autónoma del sur de Sudán con vistas a una eventual independencia tras un referéndum de autodeterminación previsto para 2011, en el que la población de Ebey debe elegir entre su anexión al norte o al sur del país.
Qadi dijo que los combates en la ciudad entre el Ejército sudanés y el MPLS el pasado mayo causaron la muerte de 89 personas, entre ellas al menos 18 civiles.
Defendió la actuación en esos combates de los cascos azules de la misión de paz de la ONU en Sudán (UNMIS), a los que se acusó de no socorrer a la población civil que huía de los ataques.
En su opinión, la misión proporcionó protección a unas cien personas y logró evacuar al personal de la Organización de Naciones Unidas (ONU) del lugar sin sufrir ninguna baja, al tiempo que trató infructuosamente de que las dos partes cesaran las hostilidades.
"La impresión de que UNMIS no hizo nada mientras Ebey era saqueada y arrasada por las llamas es equivocada", apuntó.
A su juicio, "no había manera alguna" de que el contingente de la ONU pudiera interponerse entre dos ejércitos con armas pesadas, sin además contar con un mandato que les permita usar la fuerza para proteger a la propiedad privada.
El representante de la ONU alabó la retirada de los combatientes de ambos grupos y el nombramiento de una administración temporal en Ebey acordada por el partido gubernamental y los rebeldes para superar la crisis de mayo.
Qadi también mencionó en su intervención sus conversaciones con el Gobierno de Jartum sobre la reciente decisión de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) de solicitar el arresto del presidente sudanés, Omar al Bachir, por genocidio y crímenes de guerra en el conflicto de Darfur.
Aseguró que el Gobierno del país le ha transmitido que la aprobación de la solicitud por parte del tribunal internacional acarrearía "graves consecuencias" para el personal y las instalaciones de Naciones Unidas en suelo sudanés.
El enviado de la ONU reiteró que el proceso de paz entre el norte y el sur de Sudán es "indivisible" de los esfuerzos por hallar una solución política al conflicto de Darfur, que se desarrolla en el oeste del país.
Al término de la reunión del Consejo de Seguridad, su presidente de turno, el embajador belga Jan Grauls, dijo que los 15 miembros del órgano coincidieron en instar a las dos partes a que intensifiquen su colaboración en la puesta en marcha del acuerdo de paz.
"En general, existe la sensación de que los acontecimientos se producen en la dirección correcta", apuntó.
La guerra entre el norte y el sur comenzó en 1983, cuando el régimen de Jartum impuso la ley islámica en todo el país, y los rebeldes sureños, de mayoría cristiana y animista, se levantaron en armas.
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