Esto se nos ha escapado de las manos. Y cuando digo esto, me refiero al Vladimiro. Hasta ahora, la verdad, nos hacía un punto de gracia su cuelgue con Phelps, y nos reíamos (cuando no miraba, porque el Vladimiro es muy orgulloso y muy sentido) viéndole nadar mariposa en el suelo de lo que, por economía de lenguaje, llamamos casa. A la tabarra del bañador, que no se le pasa, ya nos hemos acostumbrado. Oigo la palabra 'Razer' y es como si oyera llover: tranquilidad total. Ay. Cómo añoro aquellos tiempos, o sea, ayer, cuando en esta casa no faltaba de nada.
He notado enseguida algo raro, al levantarme. Al Vladimiro le brillaban los ojillos y llevaba un papel en la mano. "Mira, mira", me ha dicho, 'la dieta de los campeones'. El tío llevaba apuntado lo que come Phelps cada día. Qué pasada. Transcribo la lista: tres bocadillos de huevo frito con ensalada, mayonesa y cebolla frita, tortilla de cinco huevos, supertazón de cereales, tres tostadas con azúcar y tres pasteles de chocolate (hasta ahí, el desayuno), medio kilo de pasta y dos bocatas grandes de jamón y queso con mayonesa, más mil calorías en refrescos energéticos (almuerzo), otro medio kilo de pasta, pizza y otras mil calorías en refrescos (cena). En total, 11.000 calorías diarias.
Le he mirado, le he devuelto el papel y he ido a hacerme un café para quitarme la náusea. Ya un poco recuperado, he echado mano del bote de las galletas, y estaba vacío. Me ha extrañado, porque ayer mismo el Ahmed hizo la compra y se trajo dos paquetes de marías. Miro en la nevera y coño, casi vacía. Miro al Vladimiro y veo que está liquidándose todo el embutido que trajo el Ahmed, y una barra de pan, y los tomates, y un manojo de plátanos. O sea, que el ceporro del Vladimiro, que de por sí está de buen año, se ha puesto en la 'dieta de los campeones' y caloría que pilla, caloría que traga.
La 'dieta de los campeones' nos va a llevar a la ruina. De momento, habrá que conseguir algo para el almuerzo y escondérselo al campeón de braza sobre baldosa. Por otro lado, hay que reconocer que la dieta de Phelps y Vladimiro tiene una ventaja: los ratos de tranquilidad. El Vladimiro desaparece ratos larguísimos. Gracias a él, hemos descubierto dónde está Phelps cuando no está en la piscina o en la mesa: se pasará la mitad del día en el baño, como ahora mismo el Vladimiro.
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