MADRID.- "La gente corría de un lado para otro sin saber adónde ir". Es el relato de uno de los supervivientes de la tragedia que este fin de semana mataba a un grupo de alpinistas en el K-2, la segunda montaña más alta del planeta.
Es la peor tragedia que se ha registrado en el K-2, pero también ha dejado supervivientes. Según la BBC, siete montañeros se han salvado y cuatro aún están desaparecidos. La lista oficial de fallecidos asciende a 11 personas, aunque las autoridades pakistaníes hablan de hasta 18 muertos. Wilco van Rooijen, experimentado alpinista y jefe del grupo holandés, fue rescatado el lunes tras permanecer casi tres días en lo alto de la montaña sin comida ni agua.
Desde el hospital militar en el que se recupera de las lesiones sufridas por congelación en los pies, Van Rooijen ha relatado cómo ocurrió todo a la agencia Associated Press: "Todo fue bien hasta la llegada al campo 4", cuenta. Pero en el momento de ascender a la cumbre comenzaron a surgir los problemas: alrededor de 20 alpinistas emprendieron ese día la marcha hacia la cima, según las autoridades. Pero al llegar a la zona del "cuello de botella", al parecer, las cuerdas fijadas para ayudar a subir el último tramo estaban mal colocadas, "por lo que tuvimos que emplear varias horas para cambiarlas. Muchos se dieron la vuelta porque no se fiaban". Aunque se había hecho ya tarde, 12 de ellos decidieron seguir hasta la cima.
Un porteador pakistaní y un escalador serbio habrían muerto al caer durante la ascensión a la cumbre. Pero lo peor vino durante el descenso: un enorme serac o placa de hielo se desprendía de un lado de la montaña, provocando una avalancha que arrastró las cuerdas, y mató a dos nepalíes. Los demás quedaban atrapados en la parte del K-2 conocida como "zona de la muerte", a más de 8.000 metros de altitud: el frío y la falta de oxígeno provocaron la muerte de más alpinistas. La situación era caótica: "la gente corría de un lado para otro sin saber adónde ir" narra Van Rooijen. "Cada uno luchaba por él mismo, no entiendo por qué pasaban unos de otros".
Todo quedó cubierto por la nieve, y apenas se veía nada. El holandés cuenta cómo pasó al lado de tres coreanos, uno de ellos colgando boca abajo, otro sujetándole con una cuerda: "trataban de salvarse, pero yo también tenía que sobrevivir". Tras deambular durante muchas horas entre la nieve, Van Rooijen fue rescatado finalmente por compañeros que le condujeron el lunes al campo 4, y después fue evacuado en helicóptero hasta el hospital.
Gerard McDonell se encuentra en la lista de fallecidos. Fue el primer irlandés en llegar a la cima del K2, y también sobrevivió a la avalancha. Pasó la primera noche junto a Van Rooijen, pero después se le perdió la pista. Sus amigos aseguran que McDonell "nunca negó que el alpinismo fuese peligroso", pero no dejaba que "el miedo entrara en el juego". El italiano Marco Confortola, que también había quedado aislado por la avalancha, consiguió llegar a salvo hasta una altitud de unos 5.200 metros, gracias a la ayuda de dos guías. «Allí arriba era un infierno», le dijo a su hermano por teléfono, aún desde la montaña, cuenta la agencia Ansa. «Durante el descenso, me quedé medio inconsciente por la fatiga y por la altitud, y cuando desperté no sabía dónde estaba». El italiano sufrió graves congelaciones en los pies, aunque de momento puede andar. El rescate en helicóptero está siendo complicado debido al mal tiempo.
Una expedición española que también se encontraba en la montaña narraba ayer la confusión que reinó en el campo base durante todo el fin de semana. Todos los alpinistas españoles emprenden ya el camino a casa. Alberto Zerain, el primero que llegó a la cima el viernes, lo hizo sólo. Asegura haberse extrañado al ver a la expedición seguir el ascenso cuando él ya regresaba al campo 4. "Pensé que iban muy despacio y que iban a tener una bajada complicada", declara a El Mundo. Según lo que han relatado los testigos y los supervivientes, la tragedia de este fin de semana se debió no sólo a problemas de malas condiciones externas, sino también a fallos humanos, como la mala decisión de subir a la cima tan avanzada la tarde.
Hoy seguirán las tareas de rescate para tratar de recuperar a los desaparecidos, aunque las esperanzas son cada vez más débiles.
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