Pekín ha amanecido esta mañana despejada y sin la permanente neblina de contaminación que encapota la sede de los Juegos Olímpicos. El régimen comunista había prometido hace semanas que los deportistas competirían bajo cielos azules (por lo que, entre otras cosas, prohibió la circulación de turismos). Sin embargo, los expertos señalan que los niveles de contaminación aún pueden resultar perjudiciales para los atletas.
Los periodistas también han vivido en las últimas horas otro espejismo. Si el viernes a primera hora el régimen chino anunciaba que levantaba parcialmente la censura a Internet para la prensa, horas después, el presidente del país, Hu Jintao, celebraba una rueda de prensa con corresponsales extranjeros cuyas preguntas fueron filtradas -nada de Tíbet, ni de derechos humanos-. Jintao retó a los medios a "obedecer las leyes chinas y efectuar coberturas objetivas e imparciales" si quieren seguir teniendo la colaboración de su gobierno.
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