PEKIN (CHINA).- El grueso de las delegaciones de atletas olímpicos ha empezado a aterrizar en Pekín. Y al bajar del avión, se han encontrado una ciudad envuelta en la neblina. ¿O es contaminación? Los expertos dicen que el gris del cielo pekinés es una mezcla de ambos, pues el clima contribuye a ese aspecto tristón, pero las mediciones también señalan que hace cuatro días que no tenemos por aquí un día de ‘cielo azul’.
El término, que no necesariamente implica cielos de postal, se refiere a cuando el índice de contaminación del aire (API, por sus siglas en inglés) baja de los 100 puntos, el umbral que se considera aceptable para la salud. De ahí que, ante el desembarco inminente de los deportistas, las autoridades prevean nuevas medidas de emergencia para reducir la contaminación durante la celebración de los Juegos, del 8 al 24 de agosto.
Así, si la calidad del aire no mejora, Pekín podría ordenar la retirada de hasta nueve de cada diez coches privados, además de prohibir completamente las obras en la ciudad y cerrar aún más empresas alrededor de la capital, según adelanta hoy el periódico estatal China Daily.
Desde el pasado 20 de julio, sólo cerca de la mitad de automóviles pueden circular en Pekín, según sea par o impar la última cifra de su matrícula. Además, se ha cerrado la actividad en gran parte de las obras y fábricas contaminantes situadas en un radio de 200 kilómetros alrededor de la capital.
Un atleta de pruebas de alto rendimiento (es decir, no los que practican el tiro con arco, sino los que correrán, por ejemplo, la maratón) consumirá al minuto una media de 150 litros de oxígeno pekinés, unas diez veces más que lo que Martín Xiaobao respira sentado frente al ordenador.
"Hay razones para que todo el mundo, incluidos los atletas y organizadores, estén preocupados", contaba hoy Lo Sze Ping, autor de un informe de Greenpeace sobre las luces y sombras en materia medioambiental del Pekín olímpico.
La contaminación del aire se ha convertido en uno de los asuntos más sensibles de los Juegos Olímpicos, y una de las pocas críticas que ha hecho el Comité Olímpico Internacional a los organizadores. El COI ha señalado que podría alterar algunas pruebas de resistencia para evitar poner en riesgo la salud de los atletas.
Greenpeace añade, además, que la mayoría de los esfuerzos para limpiar el aire han sido de corto plazo, cuando su impacto es reducido. No obstante, en términos generales, la organización considera que "Pekín ha logrado y, en algunos casos, ha superado los objetivos medioambientales de cara a los Juegos Olímpicos, aunque también ha perdido algunas oportunidades que podría haber asegurado un mejor legado olímpico".
El informe destaca así que en cumplimiento de su promesa de celebrar unos ‘Juegos verdes’, Pekín ha utilizado nuevas tecnologías para el ahorro de energía, se han adoptado estándares de emisiones más estrictos para los vehículos y se ha expandido el transporte público en la ciudad.
En la otra cara de la moneda, sin embargo, Greenpeace señala que falta transparencia en las instituciones, la ausencia de estadísticas independientes y la falta de sostenibilidad en la utilización de los recursos hidrográficos.
La calidad del aire, para Lo, demuestra "lo fácil que es contaminar y lo difícil que es limpiar después": "China debería cambiar el modelo de primero desarrollarse y limpiar después", añade Lo.
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