Os traemos un poema de un poeta extraordinario. Si encontráis algún fallo, es debido a que lo hemos traducido nosotros mismos, de manera burda y apresurada. (El autor de la semana pasada era Alfonso Sastre).
"La poesía ha muerto, pero no la he matado yo.
Igual encontraréis mis huellas dactilares
sobre su cadáver
pues me he acercado por si acaso
creyendo que aún no estaba muerta.
Me habéis encontrado con las manos sobre su cuerpo
pero intentaba reanimarla.
Para cuando he llegado, había ya perdido el sentido,
estaba en las últimas.
.....
A veces venía a mis pies a jugar.
Yo no quería ser poeta.
¿Quién os ha dicho que me vieron con ella?
Yo paseaba por aquí.
No sé quién la ha matado, cuando me he acercado
estaba rodeada de gente, muerta ya.
La habrá asfixiado algún poeta de esos que creen serlo.
......
No me llevéis preso, no he sido yo,
no me gustan las cárceles.
Además, ¿cómo pensáis enterrarla?
La poesia no cabe en ese ataúd de cerezo,
traed al menos algunos periódicos
para cubrirla…"
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