Las finanzas del grupo editorial sin ánimo de lucro Public Library of Science (PLoS) han permitido a Declan Butler, con su artículo 'PLoS stays afloat with bulk publishing', publicado en 'Nature', lanzar el debate sobre la viabilidad del acceso abierto como modelo de negocio de la edición científica. En el post anterior resumíamos los principales datos y las peculiaridades del funcionamiento del sistema editorial en el que se inserta la comunicación de los resultados de investigación. El artículo ha provocado una fuerte defensa del acceso abierto en la mayor parte de los blogs científicos que critican que este análisis se realice en una parte interesada, como es la propia revista 'Nature'.
En el lado contrario, de defensa de los resultados y opiniones de Butler y de la oportunidad de su publicación por 'Nature', se encuentra Timo Hannay, director de Nature.com (parte del Nature Publishing Group, NPG). En Nascent, el blog de 'Nature' sobre tecnología y ciencia web, defiende (PLoS ONE: Take Two) que 'Nature' no es contraria al acceso abierto (aunque sólo lo utilice puntualmente) y que los modelos editoriales comerciales son tan legítimos y útiles para la ciencia como aquellos sin ánimo de lucro. Basta comparar BioMedCentral, editorial comercial basada en el acceso abierto, y la American Chemical Society, sociedad científica sin ánimo de lucro y editora de algunas de las revistas químicas más importantes cuya suscripción tiene un coste muy elevado y no utilizan modelos de acceso abierto.
Pero Hannay va más allá que Butler y explica por qué PLoS está fracasando y, de paso, poniendo en duda el futuro del acceso abierto. Recordemos que el modelo editorial que se recoge en la propia FAQ de PLoS defiende su papel pionero para demostrar los beneficios del acceso abierto y animar a otros editores a adoptar este modelo. Pero la realidad financiera del grupo a día de hoy es mucho más limitada que los objetivos que sus promotores declararon públicamente en los últimos años. Para Hannay, los resultados de PLoS demuestran que la desconfianza que manifestaron hace unos años muchos grupos editoriales hacia modelos económicos basados en los pagos de los propios autores estaba plenamente justificada. Como demuestra el caso de PLoS, este modelo sólo permite que las revistas de mayor impacto sobrevivan 'subsidiadas' por otras de menor calidad y, precisamente por eso (el esfuerzo de revisión es menor y la tasa de aceptación mayor), menos costosas en su proceso editorial.
Para Hannay el modelo viable de acceso abierto, e independiente de la política de las revistas, será el basado en el autoarchivo impuesto por las propias instituciones de las que forman parte los científicos. El autoarchivo supone que, independientemente de la política de la revista, los autores y sus instituciones almacenen y hagan accesible una copia de sus resultados en repositorios de acceso abierto. Como comentábamos hace un tiempo, existen varios ejemplos de esta política, como los casos de "PubMedCentral de los National Institutes of Healthde Estados Unidos o la reciente adopción por la Universidad de Harvard de una política de acceso abierto para los artículos publicados por sus investigadores".
Pero, ¿cuál es el problema de que PLoS haya tenido que variar su modelo inicial? El posible efecto perverso por su utilización por las editoriales tradicionales en su descalificación general al acceso abierto. Por ejemplo, la coalición PRISM (Partnership for Research Integrity in Science and Medicine) se ha constituido como grupo de presión de varias editoriales para garantizar "la integridad" de los resultados de investigación, lo que de un modo más o menos sutil supone un ataque al acceso abierto y el autoarchivo digital. El mismo Timo Hannay explicaba hace unos meses que NPG no forma parte de este lobby, dado que defiende el acceso abierto y el autoarchivo y, de hecho, apoya diferentes iniciativas en este sentido, por ejemplo enviando manuscritos a PubMed Central o creando Nature Precedings.
PLoS ha evitado entrar en el debate o tan siquiera reconocer oficialmente la existencia del artículo de 'Nature' siguiendo la regla blogosférica 'Do Not Feed The Trolls' ('no alimentes a los trolls'). Al menos así lo ha explicado el online community manager de PLoS ONE, autor de A Blog around the Clock, en el post 'On the Nature of PLoS...' En todo caso, en ese mismo post incluye las respuestas de muchos otros bloggers y científicos que, mayoritariamente, defienden el modelo PLoS y critican a 'Nature' por su tono tendencioso. De entre estas opiniones, resulta especialmente interesante la expuesta por John Wilbanks, vicepresidente de Creative Commons y responsable de Science Commons, en su blog (parte de Nature Network). Aunque los datos aparecidos en 'Nature' parecen objetivos y fruto de una excelente investigación, Wilbanks critica el tono (e intencionalidad) del artículo. El análisis olvida que PLoS no es más que una 'startup', por muy peculiar que parezca, y que por tanto interesa más su tendencia que el hecho de que ya haya alcanzado o no rentabilidad. De hecho, como 'startup' ha logrado ya su primer y principal objetivo: crear revistas de acceso abierto de alta calidad. Ahora se enfrenta a su siguente reto: lograr un sistema de ingresos sostenible para ese modelo abierto. Algo similar sucede con los innovadores proyectos web 2.0 de la propia 'Nature' que, muy probablemente, son por el momento ruinosos en términos financieros. PLoS necesita aún la filantropía para hacer frente a sus costes de operación, pero su ingresos han crecido hasta el momento de modo sostenido y es previsible que permitan alcanzar la viabilidad basada únicamente en las tarifas de publicación en un futuro próximo. Por supuesto, en este proceso, PLoS ha descubierto sus limitaciones y ha tenido que modificar su estrategia para incorporar una mayor diversidad de publicaciones (en lo que respecta a su calidad y tasa de aceptación), lo cual no debería sorprender a nadie (algo parecido hacen casi todas las editoriales comerciales o los medios de comunicación).
En todo caso, la ciencia es una actividad peculiar por su modelo de producción, especialmente, porque en buena medida está soportada por financiación pública. O sea, la mayor parte de la ciencia en los países desarrollados es fruto de subsidios y, en este sentido y tal como defiende Wilbanks, no están claras las razones por las que la filantropía en la edición, un subsidio a una parte de la producción científica, debería ser considerado como negativa. Además, y desde un punto de vista puramente empresarial, el propio hecho de que diferentes fundaciones financien el proyecto PLoS indica que confían en él y en su viabilidad financiera. Eso es lo que sucede con el capital riesgo que financia 'startups' aún deficitarias.
Dicho todo esto, y a pesar de los numerosos comentarios de científicos, probablemente el mejor análisis de este debate lo haya realizado Bruce Sterling en su intraducible post 'Bitter, snarling, flamewar catfight breaks out over science publishing':
Me encanta cuando los científicos abandonan sus reservas y su dignidad objetiva y empiezan a atacarse y meterse el dedo en el ojo en público.
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