Se advierten cada vez más síntomas de que la ciencia (o al menos una parte) está saliendo de 'su torre de marfil', empujada por cambios sociales y económicos a los que no puede ser ajena. Bajo el paraguas del término ciencia 2.0 empiezan a identificarse algunas de estas tendencias provocadas por el protagonismo creciente de internet en la creación y comunicación científicas y por la apropiación de las prácticas propias de la cultura digital por parte de las comunidades científicas. La edición de acceso abierto es una de las piezas fundamentales, aunque no la única, de este cambio y la que afecta al núcleo fundamental de algunos de los modelos de negocio más rentables de todos aquellos asociados a la investigación.
Pero, para entender las condiciones en que se libra esta guerra por el acceso abierto en las publicaciones científicas, antes debemos recordar el peculiar modelo de negocio que siguen las editoriales científicas y que afecta a la propia práctica de los investigadores.
La publicación de resultados científicos sigue un sistema de revisión por pares ("peer-review"). Cuando un científico desea publicar los resultados de su investigación en una revista, debe enviar un manuscrito que es sometido a revisión por parte de colegas, que permacen generalmente en el anonimato. Sólo si el artículo es aprobado por éstos (y por los editores científicos de la revista) acabará siendo publicado y por tanto los resultados serán comunicados públicamente. Por supuesto, el nivel de exigencia es variable entre revistas y en esto se basa buena parte de su prestigio. Aquellas con mayores exigencias en la relevancia de los resultados que publican incluirán artículos de mayor interés, y por tanto más citados por otros científicos. Son estas citas las que constituyen la base de los denominados índices de impacto (impact factor) que, a su vez, constituyen la base de los ránkings de revistas. Así el Impact Factor de Thomson ISI (Institute for Scientific Information) se ha convertido de facto en un estándar utilizado en todo el mundo para evaluar la calidad de revistas, científicos y organizaciones.
Antes de la llegada de internet existían dos modelos básicos de edición científica:
La llegada de internet, tal como está sucediendo con los medios de comunicación en general, provocó también una revolución en las estrategias de edición científica y en sus modelos de negocio asociados. Public Library of Science (PLoS) nació en 2002 con la intención de convertirse en el buque insignia del acceso abierto y lograr revistas del máximo nivel con este modelo de distribución. De hecho, revistas como PLoS Biology o PLoS Medicine alcanzaron rápidamente un gran prestigio e índices de impacto muy elevados en sus ámbitos. PLoS, una organización sin ánimo de lucro, pretendía alcanzar la viabiliad financiera gracias a los pagos que los autores de los artículos publicados deben realizar (aunque en este caso, en contrapartida, sus artículos son de acceso abierto). Pero en su fase inicial contaba, y sigue contando, con financiación complementaria, hasta 2007 unos 17.3 millones de US$ (M$), procedente fundamentalmente de la Gordon & Betty Moore Foundation.
Ahora, el análisis de la realidad financiera del proyecto PLoS ha suscitado una fuerte polémica que ha tenido su origen en un artículo publicado a principios de julio en la revista Nature, una de las más prestigiosas publicaciones científicas y parte fundamental del Nature Publishing Group (una de las organizaciones más innovadoras en la introducción de internet y herramientas 2.0 en la edición científica). Declan Butler publicó 'PLoS stays afloat with bulk publishing' (podría entenderse como un cierto sarcasmo que este contenido sea de pago, aunque sí se puede acceder a un artículo similar publicado por el mismo autor en 2006) donde, a través del análisis de la contabilidad pública de PLoS (al que obliga la legislación estadounidense para organizaciones sin ánimo de lucro), se demuestra que el objetivo inicial del proyecto no se ha logrado cinco años después (en el año financiero 2007, PLoS ha ingresado 2.86 M$, mientras que sus gastos han sido de 6.68 M$). En este sentido, el reciente lanzamiento por parte de PLoS de publicaciones con estándares más bajos de calidad parecería destinado a alcanzar la rentabilidad, modificando su estrategia original dedicada sólo a la excelencia máxima.
En diciembre de 2006 nació PLoS ONE, que utiliza, en palabras de Butler, un ’light peer-review', o sea un sistema de revisión menos estricto que permite publicar cualquier artículo que sea metodológicamente riguroso, sin entrar en la calidad de sus aportaciones científicas. Además esta revista, al contrario que PLoS Biology o PLoS Medicine, depende de un comité editorial externo (y gratuito) de unos 500 científicos que le permite revisar grandes volúmenes de propuestas. Así, en 2007 publicó 1.230 artículos (en los primeros seis meses de 2008 ha publicado casi otros tantos) frente a los sólo 321 de 'PLoS Biology' (que además tiene un porcentaje de rechazo mucho más elevado y, por tanto, un proceso editorial mucho más costoso). Además, mientras las revistas más prestigiosas de PLoS cobran en la actualidad 2.750$ por artículo (tarifa que se ha incrementado considerablemente en los últimos años, ya que hasta 2006 era de 1.500$), la tarifa de PLoS ONE es de 'sólo' 1.250$. A pesar de esta rebaja PLoS ONE proporcionó en 2007 más de la mitad de los ingresos, 1.54 M$, del grupo. PLoS cuenta con otras cuatro revistas (PLoS Computational Biology, PLoS Genetics, PLoS Pathogens, PLoS Neglected Tropical Diseases) con un modelo intermedio entre 'ONE' y 'Biology' o 'Medicine', tanto en la calidad de los artículos publicados como en las tarifas aplicadas a los autores, en este caso de 2.100$.
Para Butler estos datos son una evidencia de que el 'modelo PLoS' ha fracasado por dos razones:
Pero en el mismo artículo se recogen las declaraciones del CEO Peter Jerram, que defiende el éxito y viabilidad del proyecto: "PLoS está en el camino de autosostenerse en dos años. Entre tanto necesitaremos alguna ayuda filantrópica", pero considera un enorme éxito que PLoS haya logrado que el acceso abierto gane importancia y adeptos dentro de la comunidad científica y del mundo editorial.
Como contraposición a los problemas económicos de PLoS, el artículo de 'Nature' recuerda el caso de BioMedCentral, una editorial comercial que utiliza también un modelo de negocio basado en el acceso abierto pero que se ha centrado en revistas de calidad media. Este grupo es ya rentable en estos momentos con unos ingresos anuales de unos 20 M$.
El artículo de Declan Butler ha corrido como un reguero de pólvora entre los científicos que han utilizado sus canales de comunicación más innovadores y abiertos, o sea sus blogs, para debatir sobre el acceso abierto. En el siguiente post discutiremos los resultados de esta pequeña guerra científica.
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