Pekín.- El gobierno chino reiteró hoy su rechazo a que se critique su política en el Tíbet con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos, en el primero de los dos días de contactos en Pekín con emisarios del Dalai Lama, líder espiritual tibetano, y tres meses después de las revueltas en la región autónoma.
"Nos oponemos a que cualquier líder nacional se reúna con el Dalai Lama en cualquier formato. Nos oponemos a que se relacionen los Juegos con el Tíbet y a que se politicen los Juegos", señaló hoy en rueda de prensa el portavoz de turno del Ministerio chino de Asuntos Exteriores, Liu Jianchao.
Pekín respondía así a los comentarios realizados por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ha supeditado su asistencia a la inauguración de los Juegos Olímpicos el próximo 8 de agosto al resultado del actual diálogo entre China y el Dalai Lama.
Liu señaló que dos enviados del Dalai Lama, Lody Gyari y Kelsang Gyaltsen, mantendrán contactos con funcionarios del Gobierno central, pero declinó dar más detalles sobre la reunión, que se celebra a puerta cerrada y en un lugar secreto.
El gobierno tibetano en el exilio informó de que ambos emisarios llegaron ayer a Pekín y que el encuentro, la séptima ronda de diálogo entre ambas partes en conflicto desde 2002, tendrá lugar hoy y mañana, miércoles.
"Los problemas del Tíbet son asuntos internos de China y los contactos entre el Gobierno y los representantes privados del Dalai también lo son", señaló el portavoz Liu reiterando la postura oficial de China.
El país asiático ha recibido duras críticas por la represión de las protestas que se iniciaron en Lhasa (capital tibetana) el 10 de marzo y se reprodujeron en provincias vecinas chinas de etnia tibetana.
Según el gobierno, 21 personas murieron en las revueltas a manos de tibetanos violentos, entre ellos monjes budistas, pero el entorno del Dalai Lama, exiliado en Dharamsala (India) desde 1959, sostiene que fueron 203 los muertos por la posterior represión militar china.
De momento, nadie ha podido confirmar estas informaciones, debido a que Pekín cerró el acceso a la región a los extranjeros, y sólo la semana pasada la reabrió al turismo foráneo.
La actitud provocó las protestas de partidarios de la independencia del Tíbet, que interrumpieron el paso de la antorcha olímpica por ciudades como París, Londres o San Francisco, lo que a su vez ha creado un fuerte sentimiento nacionalista en China.
Pekín acusó al Dalai Lama de haber instigado estas protestas, un extremo que el premio Nobel de la Paz ha negado en diversas ocasiones, e incluso se ha mostrado dispuesto a asistir a la ceremonia de inauguración de los Juegos.
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