Con ocasión de la inauguración de la Expo de Zaragoza he tenido la oportunidad de leer, en casi todos los periódicos nacionales, la crítica del evento que han realizado diversos arquitectos. Yo mismo, expuse mi punto de vista gracias a una visita a las obras que tuve la oportunidad de realizar hace un par de meses. Observando el conjunto de lo escrito, hay dos curiosas coincidencias, casi generalizadas, que me gustaría destacar. La primera, me produce lástima y la segunda, una honda preocupación.
¿Qué tiene de malo lo lúdico? ¿Qué es lo que tiene aquello que pretende fundamentalmente divertir, que provoca esta tremenda hostilidad en los sesudos críticos?
Hace un par de años un amigo arquitecto entregó a los vecinos de Parla una mínima obra de urbanización que había proyectado. En una zona dura, de aquellas que suelen denominarse como deprimidas y degradadas, había colocado unos grandes cubos clavados en el pavimento, desordenados, en distintas posiciones, con ángulos de inclinación diferentes, y por supuesto, pintados en colores llamativos (recurso clásico y barato de cualquier actuación de carácter social). Durante el acto protocolario de inauguración, un perverso periodista preguntó al concejal el porqué de aquellos bloques de hormigón mal ejecutados que entorpecían la circulación y no servían para nada. Viendo que se hundía su gran momento de captación de votos, el aterrorizado concejal trasladó la pregunta al arquitecto. Mi amigo, tras un momento de duda, pidió a su hostil auditorio que girara sus cabezas para contemplar la obra. Decenas de niños de los grises edificios que delimitaban el interbloque urbanizado, habían bajado de sus casas, para saltar, deslizar, y en definitiva, jugar alrededor de los inútiles cubos de colores. Entonces, contestó a la pregunta: "Sólo para intentar hacer un poco más feliz a la gente".
Algo se me debe de escapar a mí, cuando la mayor parte de los críticos a los que he leído consideran poco menos que un delito este carácter lúdico de la Expo. Que si Disneylandia, que si parque de atracciones… No lo entiendo. Me produce lástima como decía. ¿Es obligatorio ser serio y aburrido para tener algún valor? Creo que:
*Diego Fullaondo es arquitecto y uno de los directores del estudio IN-fact arquitectura.
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