El diálogo social que Zapatero ha abierto con patronal y sindicatos es el más importante de los últimos 15 años, dada la magnitud de la crisis económica en la que estamos. La negociación afectará de lleno nuestros intereses. Más que hablar de "diálogo social", se debería abordar la negociación como "diálogo económico y social" subrayan desde Economía.
Antes del 31 de julio, el Gobierno Zapatero volverá a convocar a los sindicatos y a la patronal para presentarles "la hoja de ruta" del diálogo social, en otros tiempos conocida como negociación colectiva. La diferencia con anteriores ocasiones es notable. España, Europa y la mitad del planeta atraviesan la crisis económica más grave desde los años 70. Pero también dejamos atrás el período de crecimiento económico más rico del mundo occidental, desde que existen magnitudes económicas modernas. Y es verdad que en ese tiempo, los que más ricos se hicieron no se acordaron de repartir.
A la vista de la situación, y mientras Gobierno y agentes sociales reorganizan en sus cuarteles la lista de lo que quieren, más vale que recordemos algunas de las cosas que nos han prometido y tenemos derecho a exigir a todos. Pero para no caer en sueños imposibles, en requerimientos absurdos, también conviene tener una idea resumen de lo que ha pasado en los últimos meses. Luego, que cada uno decida qué debe pedir para no confundir los deseos con la realidad.
Si nos atenemos a lo que el Gobierno Zapatero prometió durante la campaña electoral, más los objetivos recogidos en el documento "El diálogo y la concertación social en la próxima legislatura", elaborado tras el encuentro del 19 de febrero con patronal y sindicatos y en vísperas de las elecciones generales , Zapatero nos debe:
La patronal CEOE se presentó el miércoles 18 en La Moncloa sin los papeles oficiales de su lista de pedidos empresariales. Y eso que el día de antes, durante su comité ejecutivo, se aprobó otra "hoja de ruta" para esta negociación, según el presidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. Pero sí que se conocen muchas de las cosas que la patronal quiere:
En el caso de UGT (y en general de CC.OO.) muchas de las medidas y peticiones para los trabajadores coinciden con las políticas ofertadas por el Gobierno. A la espera del documento que preparen para el próximo encuentro de negociación y diálogo social, hasta abril pasado, cabe recordar que el sindicato socialista ha apelado en los últimos tiempos a las muestras de sensatez de los trabajadores en materia salarial, que han permitido "el control de la inflación y la creación de empleo". Y ahora piden al Gobierno y a los empresarios:
El otro gran sindicato, CC.OO., comparte con UGT la mayoría de las reivindicaciones sociales y laborales. Ocurre, sin embargo, que en esta ocasión, el sindicato mayoritario reúne una peculiaridad. Tiene un Congreso el próximo mes de diciembre y su líder actual, José María Fidalgo, hace tiempo que se enfrenta a una corriente crítica importante que le cuestiona. En la reunión del martes, Fidalgo fue el único que se atrevió a hablar de "crisis", palabra tabú entre los miembros del Gobierno, pero también lo hizo con timidez y para avanzar que "los trabajadores no serán los paganos de esta situación", que después denominó crisis. Nunca se sabe qué papel puede jugar en una negociación de estas características la situación de unos de sus líderes.
Esa misma mañana, mientras Fidalgo estaba en La Moncloa para la foto y dos horas y media de reunión, el secretario de Acción sindical de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, cuestionaba la formas de Gobierno para dar comienzo al diálogo social.
Tan sólo han pasado 119 días entre una foto y otra. Corría el 19 de febrero del año 2008, tres semanas antes de las elecciones generales del 9-M, cuando el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, recibió en La Moncloa a los lideres de los sindicatos y de la patronal, los agentes sociales. Pese a que la tormenta perfecta se cernía ya sobre la economía española y la mundial, todos los protagonistas del encuentro salieron con caras satisfechas. Como el miércoles. La próxima vez los semblantes sonrientes pueden durar lo que tarda en dispararse un flash.
Es más, en febrero Zapatero garantizó a los agentes sociales que si la desaceleración económica generaba problemas a los trabajadores, los socialistas tomarían medidas para mejorar su protección. Incluso un eufórico Jesús Caldera, entonces ministro de Trabajo muy lejos de imaginar su destino fuera del Gobierno, se atrevió a declarar que "no habrá ni un sólo recorte" para la protección de los trabajadores.
Pese a las sonrisas, los protagonistas de la imagen de febrero y la de ahora saben que, aunque han pasado poco más de tres meses, es como si hubieran transcurrido tres años entre una reunión y otra. El petróleo rozando los 140 dólares, la subida de los alimentos y el hambre que se extiende por el planeta, las advertencias a España por parte de los organismos internacionales, porque nuestro modelo ya no es tan bueno ni crecemos como antes, las huelgas que recorren el país y Europa, con los camioneros cabreados por el precio del gasóleo, los ganaderos por la subida del pienso y el crudo, lo mismo que los agricultores. Falta de dinero entre los bancos y las cajas para prestarse entre sí y prestar a los pocos que osan pedir un crédito. Por no hablar del ciudadano hipotecado, al que la hipoteca media le cuesta 88 euros más al mes, 1.060 euros más al año.
La tormenta perfecta que antes de navidades pronosticó el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Simon Johnson y que contaba con los elementos necesarios para desencadenarse, la crisis financiera del siglo XXI unida a la crisis del petróleo de los 70, ha llegado antes de lo previsto. Incluso está a punto dominar el inacabable optimismo del mismo Zapatero, quién por fin hace ocho días, tuvo que admitir que existe un periodo de dificultades objetivas. Un rebuscado lenguaje para no utilizar la palabra crisis, que ha estado a punto de volvérsele en contra.
Si el martes se separaron con más sonrisas, declarando la buena voluntad con que afrontaran los difíciles momentos económicos y concluyeron que lo importante es acordar, lo cierto es que en la sede de cada protagonista sólo se reza al dios "precio del petróleo" y que los especuladores repartan suerte.
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