Washington.- Un informe encargado por el Congreso estadounidense da la razón a Boeing en su protesta por la decisión del Pentágono de conceder a la europea EADS-Airbus un contrato multimillonario para fabricar aviones cisterna.
El informe fue emitido por la Oficina de Supervisión del Gobierno (GAO, sigla en inglés), un brazo del Congreso encargado de examinar las acciones del Ejecutivo, y al que Boeing apeló para denunciar las "irregularidades" en la concesión del contrato, concedido a finales de febrero.
En virtud del contrato, la europea EADS-Airbus y la estadounidense Northrop Grumman se encargarán de la fabricación de 179 aviones cisterna por un valor de hasta 40.000 millones de dólares, lo que supone el segundo mayor contrato de los últimos tiempos adjudicado por el Pentágono.
En el informe, el GAO reconoce que en el proceso de selección de las ofertas se cometió "un número de errores significativos que podrían haber afectado al resultado" del proceso.
"Por lo tanto, sostenemos que Boeing tiene motivos para efectuar su protesta", asegura en un comunicado uno de los responsables del grupo auditor, Michael R. Golden.
La GAO recomienda que el Pentágono reabra las discusiones, obtenga nuevas ofertas revisadas, y haga un nuevo proceso de selección, aunque su dictamen no es vinculante.
En sus quejas formuladas en marzo el gigante aeronáutico Boeing hablaba de diversas irregularidades que provocaron que se eligiera una propuesta diferente a la suya.
"Nuestro análisis de los datos presentados por la Fuerza Aérea muestran que la competición estuvo cargada de defectos serios y resultó en la selección del avión inadecuado", indicó el vicepresidente de la división de aviones cisterna de Boeing, Mark McGraw.
Según Boeing, las irregularidades en el proceso de licitación "penalizaron a la empresa por ofrecer un avión derivado de un modelo comercial con menores costes y riesgos y mayor protección para las tropas".
Los nuevos modelos de los aviones cisterna reemplazarán el Boeing KC-135, un aparato de la posguerra y cuya sustitución era una de las prioridades del Pentágono desde 1996.
El resultado de la licitación representó un duro golpe para la estadounidense Boeing, que proponía fabricar un modelo basado en su avión 767 y de quien se esperaba que se adjudicara el millonario contrato.
Boeing, con sede corporativa en Chicago, ha sido el fabricante de los aviones cisterna de las Fuerzas Armadas estadounidenses durante los últimos cincuenta años.
El contrato cuestionado es el primero de tres, con un valor total en torno a los 100.000 millones de dólares, para reemplazar toda la flota de aviones cisterna, de cerca de 600 aparatos, de la Fuerza Aérea estadounidense.
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