Decía el gran Galbraith, el mejor alumno de lord Keynes, que el intento de diferenciar entre recesión, depresión y corrección económica tenía por objetivo evitar que la población entrara en pánico ante la crisis. Si con las cifras no se puede, con los objetivos declarados por los camioneros -parar el país- será difícil a Zapatero y a Solbes eludir el "Estoy en crisis".
Corría 1982, el año del triunfo socialista y principio del fin de la transición, cuando Fernando Colomo estrenó una película en la que José Sacristán hacía de hombre víctima. El papel de sufridor por un matrimonio aburrido, era un rollo clásico de la época, que al protagonista le permitía poner los cuernos a su mujer, Mercedes Sampietro, con bastante éxito.
Un día, cuando Sampietro le abandona, Sacristán admite que "estoy en crisis". Esa vez era de verdad. Esos tres vocablos tan simples, dieron título a la película y sirvieron para definir el estado de ánimo de una generación que ahora rebasa los 45.
¿Será el recuerdo del cómico y patético Sacristán en crisis lo que ha llevado a Zapatero y a Solbes a mantener que España no padecía crisis? Es más probable que la culpa de negar una palabra que suena algo histérica con tanta iiiiiii, se deba al optimismo. En el manual del político reza, con letras de oro, lo de que es obligación de un presidente mostrarse optimista, transmitir confianza. Eso es lo que hizo Zapatero y trató de explicar al dueño de Planeta, José Manuel Lara cuando no sabían que los micrófonos seguían abiertos.
¿Por qué tanto temor al diagnóstico crisis? Se puede estar en crisis amorosa, de personalidad, anímica, política, sexual y sí, claro, también económica. Se puede estar en crisis y por eso vendo parcela barata, barata, barata . O recurrir a la astrología y gritar ¡socorro! estoy en crisis para que a uno le digan que el primer paso para salir de la crisis es darse cuenta de que estamos en ella.
Si uno es más normal, puede asumir que se trata de un estado anímico, donde todo va mal. No hace falta haber ido a la universidad para diagnosticarlo. Hace años que lo decretan las madres o las abuelas con sólo mirar la cara de sus chicos tras dejarles la novia y perder el trabajo.
Las causas del vicepresidente Pedro Solbes para empecinarse en lo de negar la crisis parecerían más ¿técnicas? Puede ser. Los razonamientos de Solbes, al que uno de sus amigos define como "un hombre enfermo de responsabilidad" -razón por la cual aceptó de nuevo el vía crucis que se le avecinaba- son tan técnicos como el mismo vicepresidente, al que en tiempos pasados ya se definió como un tecnócrata. Para estos tipos, hoy por hoy, sobre el papel no existe recesión económica. Y es verdad. Los manuales mantienen que para diagnosticar una recesión es necesario, al menos, dos trimestres de crecimiento negativo. En España aún no se ha confirmado ni un mes por debajo de cero. Ni en la UE
La recesión continuada es lo que se conoce como depresión. Una recesión breve a menudo es denominada corrección económica. Algunos genios de la economía, como John Kenneth Galbraith, el discípulo más interesante de lord Keynes, defendieron que no se puede establecer una diferencia razonable entre recesión, depresión y corrección económica más allá del deseo de evitar que el pánico se apodere de la población. Esa es la pesadilla de Solbes, que el miedo se apodere de la gente.
El vicepresidente, como el resto de los gobernantes económicos, sabe que la diferencia entre crisis y recesión es un tecnicismo que no va con la gente de a pie. La palabra crisis es sinónimo de recesión. De ahí su empecinamiento en desmontar con cifras todos los argumentos de sus oponentes, práctica que le dio buen resultado en la campaña de las generales, pero en la que ha seguido empeñado incluso cuando el alud de cifras era ya indiscutible. Hubo que esperar al ministro de Industria, Miguel Sebastián, para que alguien del Gobierno reconociera que sí. Que había crisis. ¿Un desliz? ¿Una habilidad para demostrar que él sí que está en la calle?¿Que es el primero en llamar a las cosas por su nombre?
Da lo mismo. Para quienes aún tenían dudas razonables, basadas en datos, en números, hoy lunes, 9 de junio de 2008, las filas de camiones que intentan bloquear el país y que llenarán las imágenes de los telediarios, arrasarán con cualquier atisbo de racionalizar la situación con sólo números.
Aunque desunidos, los camioneros de España y Portugal -las grandes patronales del sector no han secundado la huelga- están dispuestos a parar las carreteras, cerrar la frontera con sus trailers, no dejar que pase ni una mercancía. Desde el primer minuto se empeñarán en bloquear España .
La bronca camionera, que tanto miedo da, puede afectar a la actividad económica. Y para animar el cotarro, conviene no olvidar que los trabajadores autónomos de distintos sectores -pescadores, agricultores, camioneros- sueñan con la que podría ser la primera huelga del sector autónomo en la historia de España. El eje común de ambas protestas es la subida del precio del gasóleo y la falta de soluciones por parte de la Administración. Si el Gobierno no tiene armas con que frenar el precio del petróleo, que se las arregle en Bruselas. Ese es el criterio de las patronales más radicales, como Fenadismer.
Con los ánimos calientes, no parece que vaya a servir para mucho el intento del Gobierno para arreglar el asunto algo que se trató desde el Ministerio de Fomento, aunque sin mucha prisa.
¿Bastará la movida que se nos avecina para que el presidente Zapatero proclame que él también está en crisis? Quizá no, si recuerda el significado de la frase para José Sacristán. O quizá sí, si recuerda su talante de la anterior legislatura. ¿Qué mejor cosa para un político que compartir el ánimo de sus ciudadanos?
En cuanto a Solbes, como mucho aceptará que estamos en crisis, no en recesión. Aunque es posible que el sabio vicepresidente, en el fondo, comparta la crisis de ánimo y la preocupación de la calle. Si para algo le sirve la experiencia es para tener pesadillas con la gente asustada por miedo al desabastecimiento.
Dicen los manuales que las recesiones son causadas fundamentalmente por choques económicos. La mayor depresión del siglo XX fue la Gran Depresión de 1929-1930. Otras importantes fueron las dos crisis del petróleo de los años 70. Esta ¿será ya la primera recesión del siglo XXI? ¿Y las huelgas de estas semanas pasadas y las venideras, serán "los choques económicos" necesarios para diagnosticar que estamos en crisis?
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