La huelga hecha pesadilla: Cuando los políticos sueñan con camioneros
Por EUGENIA REDONDO (SOITU.ES)
Actualizado 03-06-2008 20:21 CET
La cuenta atrás ha comenzado. Los camioneros españoles están listos para parar las máquinas el próximo domingo día 8 de junio. Si las negociaciones con el Gobierno no llegan a buen puerto, la Federación Nacional del Transporte (Fenadismer), la Confederación Nacional de Transporte por Carretera (Confedetrans) y algunos más seguirán adelante con una huelga, que ya se ha materializado en otros países de Europa. La patronal ha ido más allá en sus advertencias: lo que no consigan cada uno en su país, lo intentarán en conjunto. Los camioneros están dispuestos a parar todos los vehículos de carga de la Unión.
Por el momento, se han reunido con Fomento y con Trabajo. La fijación de las tarifas mínimas , la jubilación anticipada y algunos cambios en el régimen de autónomos están entre los reclamos del sector. Sin embargo, como telón de fondo, el problema de problemas, el aumento de los precios del petróleo que mantiene a otros sectores, como el de los armadores, en pie de guerra. Pero la falta de pescado fresco en las tiendas no da tanto miedo como las posibles consecuencias de un paro total de la flota camionera. Así, mientras la patronal pesquera espera respuesta de su ministerio correspondiente, los transportistas mantienen una reunión diaria con las autoridades desde hace días.
La pesadilla de Solbes
Cuentan los que lo conocen, que pocas cosas quitan tanto el sueño a Solbes como enfrentarse a los camioneros, un sector que históricamente ha sido capaz, en casos muy extremos, de tumbar gobiernos. El ministro de Economía no es el único que tiene pesadillas con 'el diablo sobre ruedas'. Ya lo decía Spielberg. Los camiones, inocentes vehículos en un principio, pueden ser de lo más terrorífico si se lo proponen. Al menos para los políticos.
¿Dónde radica su fuerza? Por el momento, no hay ningún experto que se atreva a hacer una valoración de las consecuencias que podría traer esta huelga general de camioneros. Tan sólo se ha oído a la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (FECOAM), que ha mostrado su preocupación al estimar que el paro afectará a 12.000 toneladas diarias de frutas y hortalizas de su región. Pero el paro es inminente y pocos quieren imaginarse ese escenario. La historia, sin embargo, es más reveladora. En los últimos meses las huelgas de transportistas, han sido el pan (amargo) de cada día de unos cuantos gobiernos europeos, que han tenido que plantar cara al sector y, rascando un poco en los archivos del pasado, es fácil darse cuenta qué es lo que tanto preocupa a nuestros políticos:
- Desabastecimiento: Es el primer fantasma de la huelga de un sector responsable de que alimentos, carburantes e insumos lleguen a su destino por vía terrestre. El ejemplo más reciente lo encontramos en Italia. El paro que tuvo lugar a finales de 2007 causó pérdidas millonarias y provocó un grave desabastecimiento de todo tipo de productos, sobre todo de alimentos, medicinas y de combustible. De ahí que los medios del país la calificaran como "la huelga más salvaje de los últimos 30 años", ya que los convocantes eran los propietarios de los 'TIR', unos enormes vehículos que colapsaron las rutas por las que se transporta el 80% de las mercancías en la península.
- Incidencia en la otros sectores: Es consecuencia del desabastecimiento y la causa de que se considere que el pulso de los transportistas son cien conflictos en uno. Cuando un paro de este tipo se prolonga en el tiempo –hablamos de días-, comienza a afectar de manera directa o indirecta a la agricultura, a la industria y al sector servicios, dejando fuertes pérdidas económicas en todas ellas. La patronal lo sabe. Los camioneros de Granada han llegado a decir que "no entrará ni saldrá un tornillo" de la provincia. La última gran protesta de transportistas de mercancías que tuvo lugar en España fue en 2005. Apenas duró un día, pero algunos sectores cuantificaron importantes pérdidas, como el cerámico, que aseguró haber perdido más de 32 millones de euros. Y no fueron los únicos. Hasta la planta que General Motors tiene en Figueruelas (Zaragoza) tuvo que parar la producción al no recibir las piezas necesarias.
- Despido de trabajadores: Es la siguiente pieza del dominó. Si las insumos no llegan, la industria se para y llueven las pérdidas, la excusa perfecta para algunas empresas que en mente recortar su plantilla. Ocurrió en 1997. Algunas compañías aprovecharon el paro para presentar expedientes de regulación de empleo (ERE) al Ministerio de Trabajo. Es el caso de Fasa Renault, que decidió adelantar su ERE alegando las pérdidas derivadas de la huelga.
- Bloqueo de carreteras: Este tipo de acciones no son monopolio de los paros del transporte. Muchas veces los piquetes obstruyen las vías manifestándose en medio de ellas con pancartas e incluso quemando neumáticos y otros materiales. Los transportistas no tienen más que parar sus camiones para desatar el caos en las carreteras de un país, e incluso contagiárselo al vecino. El mejor ejemplo de esta incidencia lo encontramos en el paro camionero que tuvo lugar en Francia en julio de 1992, que colapsó literalmente el transporte francés y aisló por tierra a España y Portugal. Muchos turismos quedaron encerrados durante días en medio de la marabunta de camiones.
- Incidentes: Los últimos paros provinciales se han saldado con varios episodios violentos. La administración ha llegado a decir que, en ocasiones, el miedo a los actos violentos de los piquetes provoca que los camioneros que no respaldan la huelga y que no están afiliados a las organizaciones convocantes, paren sus camiones.
- Desgaste de los políticos:Ante este panorama, no es de extrañar el deterioro la imagen de los políticos a los que les toca lidiar con los camioneros, sobre todo los ministros. Se trata de un conflicto muy visible, que genera una elevada tensión social. De hecho, la huelga de 2005 fue el primero de los conflictos que dinamitaron la confianza en la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. Durante dos tensas jornadas, Álvarez mantuvo encuentros con la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) que, más que reuniones, fueron agotadores cónclaves en los que se llegó a un acuerdo in extremis. Un día y medio aguantó el pulso la ministra, una de las peores valoradas de la primera legislatura de Zapatero, que ha repetido en el cargo. También el presidente Sarkozy, entre otras, ha tenido que enfrentarse a una huelga de camioneros a los pocos meses de ser elegido, aunque no es el único motivo que ha hecho caero su popularidad.
- Caída del Gobierno de turno: Es menos frecuente, pero ha ocurrido. O al menos ha contribuido a sacar a un Gobierno de la presidencia. Para eso tenemos que cruzar el Atlántico y trasladarnos a Chile, a principios de los setenta. Un año antes del golpe de estado que arrebató el poder a Salvador Allende, los camioneros chilenos inician una huelga que contribuye al boicot a su gobierno y al desabastecimiento de alimentos en el país. Uno de los principales actores de este conflicto fue la Confederación Nacional del Transporte, a cuyo presidente, León Vilarín, se le acusa de estar relacionado con el grupo paramilitar ‘Patria y Libertad’. Vilarín ordena el paro de 56.000 vehículos de carga, sumiendo el país en un completo caos. Aunque no el único, el paro de los transportistas fue uno de los hechos que precipitaron la caída de Allende en 1973, que se suicidó mientras los golpistas bombardeaban en palacio presidencial. Quizá por eso, la actual presidenta del país andino, Michelle Bachelet, mire con recelo a los camioneros del siglo XXI, que están comenzando a protestar por los precios del carburante.
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