A CORUÑA.- El rediseño del portátil del proyecto One Laptop per Child, del que hablábamos en un post anterior, ha reabierto el debate sobre este proyecto liderado por Nicholas Negroponte. Ya en su lanzamiento hace ahora tres años, aparecían dudas entre el estruendo mediático (las resumí en noviembre de 2005 en El portátil de 100$: los problemas que no se discuten.
En particular, algunas voces criticaban el modelo educativo que se 'codificaba' en el software. El OLPC está basado en las teorías construccionistas del aprendizaje, desarrolladas inicialmente por Seymour Papert y después por Alan Kay, ambos miembros activos de la fase inicial del proyecto. Pero además se cuestionaba la viabilidad de su modelo de fabricación, distribución y financiación, que no ofrecía evidencias de que fuese realmente sostenible. En abril de 2006, surgía la primera señal de que el modelo podía no ser competitivo (Portátiles baratos: una empresa china le enseña a Negroponte la eficacia de los mercados y el capitalismo):
...mi principal crítica estaba centrada en el "modelo de negocio" basado en una burocracia masiva. Las noticias posteriores confirmaron esta sospecha: el proyecto pretende vender exclusivamente a gobiernos y establece pedidos mínimos de un millón de unidades. Algunos de los países que ya han anunciado su disposición a comprar al menos un millón de unidades pretenden utilizar su entrada en el proyecto como argumento para convertirse en ensambladores. De este modo, el objetivo del proyecto se pervierte y muy posiblemente el incentivo para que los portátiles lleguen a sus destinatarios y sean utilizados en educación se diluya. No hay lugar para la iniciativa privada ni para los proyectos locales; sólo tiene cabida la inversión pública y las decisiones centralizadas. En resumen, todos los ingredientes para que el proyecto sea un fracaso, o al menos eso ha sucedido ya con proyectos previos de ese tipo que pretendían generar desarrollo en países pobres.
La competencia del proyecto chino no era más que el comienzo. Este último año ha visto la aparición de muchos otros portátiles baratos pensados para mercados de países en desarrollo y la popularización de teléfonos móviles que empiezan a converger con los ordenadores para dar lugar a dispositivos móviles multifunción. Se estima que se prestarán en junio hasta 50 modelos diferentes de portátil de bajo coste en en una feria que se celebrará en Taiwan. Esta evidencia ha llevado a Mary Lou Jepsen, antigua CTO de OLPC, a proponer un "regreso a la realidad" (Back to reality) o, dicho de otro modo, a cuestionar la propia necesidad del OLPC cuando el mercado proporciona ya productos similares y, en muchos casos, de menor precio. La propia Jepsen está ahora embarcada en un proyecto para lograr un portátil de 75 dólares, mientras que el OLPC sigue costando más de 180 dólares, aunque prometen reducirlo a menos de 100 cuando mejoren algunas tecnologías y consigan mayor volumen de pedidos (por ahora solo han producido y vendido unos pocos cientos de miles, cuando necesitaban pedidos de millones de unidades).
Pero los problemas para el proyecto OLPC empezaron realmente cuando, a finales de 2007, pasaron de la fase de diseño a la de producción y distribución. Las evidencias empiezan a apuntar que el modelo de burocracia masiva está revelando todas sus ineficiencias. Pero además, el proyecto está introduciendo cambios drásticos en su tecnología y, de paso, en su filosofía originaria. Así, uno de los puntos fuertes originales era el software, que tal como indica aún el sitio del proyecto, sería libre y de código abierto. ¿Qué es el proyecto $100 Laptop, realmente?:
¿En qué consiste realmente el proyecto $100 Laptop? El ordenador de 100 dólares (USD) propuesto estará basado en Linux, con una pantalla de modalidad dual, con ambos modos a todo color, modo de transmisión DVD, y una opción de pantalla secundaria reflectiva en blanco y negro, legible a la luz del sol a una resolución 3x. El portátil tendrá un procesador de 500MHz y 128MB de memoria DRAM, con 500MB de memoria Flash; no tendrá unidad de disco duro, pero tendrá cuatro puertos USB. Los ordenadores tendrán conexión de red inalámbrica que, entre otras cosas, les permitirá conectarse entre sí (mesh network); cada ordenador podrá comunicarse con su vecino más cercano, creando una red ad hoc, o red de area local. Los portátiles usarán fuentes de energía innovadoras (incluyendo manual) y podrán hacer la mayor parte de lo que hace un ordenador convencional a excepción de guardar grandes cantidades de información.
Pero, como acaba de anunciar Microsoft: "Microsoft y One Laptop per Child se asocian para entregar computación asequible a estudiantes de todo el mundo". El sistema operativo Windows XP estará disponible en el portátil XO a partir de junio, cuando comenzarán los ensayos en "mercados emergentes clave". Este blog muestra el funcionamiento de Windows en OLPC y Ars Technica daba más detalles del acuerdo entre la empresa de Bill Gates y la ONG de Negroponte.
El software y la filosofía de código abierto se habían publicitado como uno de los núcleos centrales del OLPC, por lo que este cambio se ha añadido a toda una serie de problemas operativos para provocar el abandono de varios de los participantes y responsables del proyecto. Así por ejemplo la antigua responsable de tecnología Mary Lou Jepsen, ha fundado Pixel Qi, que además de pretender crear portátiles de 75 dólares, ha lanzado la pantalla dual usable bajo la luz directa del sol que incorpora la nueva versión del OLPC.
Pero quizás el caso más paradigmático ha sido el de Ivan Krstic, que aún aparece en el sitio del proyecto como Director of Security Architecture (o Director of Content Systems en la versión española, y escasamente actualizada, del sitio). Krstic dejó la Universidad de Harvard para embarcarse en el proyecto de Negroponte y lo ha abandonado decepcionado por su evolución. En su blog ha publicado una serie de textos en los que critica de forma dura y descarnada todos los fallos que se ha ido encontrando y, en especial, el papel jugado por el propio Negroponte. En This, too, shall pass, or: Things to remember when reading news about OLPC explica que fue uno de los responsables de la distribución de los portátiles sobre el terreno en varios países, como Perú o Uruguay. Según Krstic, producir y comprar las máquinas es trivial, pero el problema difícil es lograr que llegue a sus usuarios, niños con escasos recursos que viven en sitios remotos y en condiciones difíciles, y que sean utilizados para crear experiencias de aprendizaje positivas y duraderas. Esto requiere de grandes esfuerzos, equipos de apoyo y una fuerte nvolucración e interacción con los profesores que trabajarán con los estudiantes. Nada de esto parece haber sucedido y, en palabras de este ex-responsable del proyecto, no son cuestiones que Negroponte tenga ni desee tener en su agenda.
En un segundo 'post', Sic Transit Gloria Laptopi, explica con todo detalle la historia del desarrollo del software del OLPC hasta la llegada de Windows. Para contextualizar el tema, narra los pasados fracasos de Negroponte y Seymour Papert en la introducción de tecnología en la educación en países pobres. El primero de ellos sucedió en Senegal en 1983, con un proyecto financiado por el gobierno francés. El MIT Technology Review publicó este 'epitafio' en su momento (y aquí se comenta la misma historia):
Naturalmente, fracasó. Nada es independiente, especialmente una organización apoyada por un gobierno socialista y gestionada por un grupo internacional de visionarios de la industria altamente individualistas. Además, la credibilidad del altruismo es discutible en una industria basada en una fuerte competencia comercial.
Al final del primer año del Centro, Papert se había ido, como también lo habían hecho los expertos americanos Nicholas Negroponte y Bob Lawler. Se había convertido en un campo de batalla, marcados por conflictos provocados por el estilo de gestión, las personalidades y las convicciones políticas. Nunca se recuperó. El nuevo gobierno francés le ha hecho un favor al centro con su cierre.
Pero Negroponte convirtió este fracaso en un éxito mediático y fundó el Media Lab al poco tiempo, iniciando proyectos de este tipo en otros lugares del mundo, como Boston o Camboya, que, a pesar de que nunca alcanzaron grandes éxitos, se convirtieron en el origen del futuro OLPC.
Krstic critica la entrada de Windows por lo que representa de hipocresía y no tanto por su convencimiento de la ventaja educativa del software libre. De hecho, como experto y usuario de software libre critica la asunción básica del proyecto de que el uso de software libre es bueno per se en la educación. Al tiempo señala que no existe ni una sola evidencia empírica que demuestre que las teorías construccionistas son positivas para la educación, el otro fundamento del 'código educativo' del proyecto:
… la mayoría de los que nos unimos al OLPC creímos que la ideología educativa que soportaba el proyecto es lo que en realidad lo hacía diferente de otros proyectos similares. El aprendizaje abierto, colaborativo, compartido y exploratorio — es lo que pensamos que podría hacer funcionar el proyecto OLPC. Otros habían intentado proyectos de aprendizaje basados en portátiles 'normales' en el pasado, y como el New York Times señalaba en su primera página hace poco, crashed and burned [fracasaron estrepitosamente y los portátiles fueron retirados de las escuelas].
Pero además de la tecnología y la pedagogía y todos los debates académicos que se puedan tener sobre el modelo OLPC, su problema básico ha sido de gestión y operaciones. Krstic cuenta historias de decenas o centenares de miles de OLPCs enviados a países como Uruguay o Perú en los que una única persona se encargaba de la distribución y la resolución de problemas. Como resultado, para Krstic el nuevo OLPC no es más que otro fabricante de portátiles (aunque sin ánimo de lucro) que compite con Lenovo, Dell, Apple, Asus, HP e Intel, y que aplica una estrategia que no funciona, si nos atenemos a sus objetivos de educación y desarrollo, pero que le permitirá vender muchas máquinas.
Pero incluso los más críticos reconocen los efectos y partes positivos del proyecto OLPC. Por una, parte ha contribuido a crear un estado de opinión favorable al uso de tecnologías flexibles y baratas para la educación y, posiblemente, ha provocado un aumento de la competencia entre los proveedores comerciales en la carrera para crear portátiles baratos y ganar esos mercados emergentes. En todo caso, estos últimos años han vivido un descenso espectacular del coste de los portátiles y un aumento de la oferta en todo el mundo, lo que pondría en entredicho el papel, necesariamente muy pequeño, que haya podido jugar el OLPC. Por otra parte, el propio Krstic defiende el modelo de aprendizaje abierto que inspiró el OLPC y su interfaz Sugar, que en su opinión debería independizarse del resto del proyecto para favorecer su reutilización. Por esta misma razón resulta preocupante que Sugar pueda acabar por asociarse en exclusiva con Windows. El uso de software libre es importante no por su valor educativo como por la libertad que proporciona a los futuros usuarios que no estarían 'encadenados' a un único sistema propietario.
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