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Profesores contra el aprender a enseñar

  • La sustitución del CAP por un máster levanta ampollas entre sectores del profesorado
  • Una titulación de 60 créditos y 1.500 euros de precio dará acceso a la enseñanza secundaria
Por MARÍA SÁNCHEZ DÍEZ (SOITU.ES)
Actualizado 22-05-2008 08:05 CET

MADRID.-  El último informe PISA situó a España en el puesto 31 de conocimiento científico entre los 57 miembros de la OCDE y determinó que nuestro país era el que más había retrocedido en comprensión lectora respecto a años anteriores. Europa da calabazas a la Educación secundaria española, pero ¿quién es el culpable?

El diagnóstico no es claro todavía, pero desde luego, el Ministerio de Educación quiere dar un profundo cambio a la formación del profesorado. Para ello, el CAP o Certificado de Aptitud Pedagógica, curso que hasta ahora recibían las personas que quisieran presentarse a una plaza en la enseñanza pública, será sustituido por el nuevo Máster en Formación del Profesorado, lo que ha generado recelos entre profesores universitarios y de secundaria.

Los docentes que critican el Máster en Formación del Profesorado y el proceso de Bolonia creen que la aprobación del nuevo sistema es la recompensa a los pedagogos por haber sabido disfrazar de revolución educativa lo que ellos llaman la reconversión industrial de la universidad. "Han cobrado mucho protagonismo en el Ministerio de Educación y ahora reclaman su trozo de tarta", asegura Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense.

Este profesor, una de las voces más críticas en España con la convergencia europea, considera el CAP "una pantomima", que ha tenido resultados nefastos. "Ahora, lejos de suprimirlo o convertirlo en algo sensato, se multiplica por diez en un año entero", lamenta. Frente a las teorías pedagógicas que en los últimos años han ido cobrando protagonismo en la enseñanza, ellos creen que achacar los problemas de la educación pública a la falta de preparación psicopedagógica de los profesores es un error simplista.

Controversias educativas aparte, ¿cuáles serán los cambios sustanciales de la reforma? Que lo que antes era un certificado más o menos facilón de unos meses de duración con un precio entre 150 y 200 euros (una especie de trámite molesto pero indoloro) ahora se convertirá en un curso de 60 créditos y un coste de alrededor de 1.500 euros.

Detractores y defensores del nuevo máster sólo están de acuerdo en una cosa: el CAP no ha servido para nada. En la implantación del nuevo sistema unos ven cómo la pesadilla de los opositores se prolonga un año y otros confían en que ésta será la oportunidad de mejorar de una vez por todas la formación del profesorado.

"El CAP respondía a un modelo en el que bastaba con saber la materia para poder impartirla", explica Juan Miguel del Belmonte, subdirector del CAP en la Universidad Complutense y profesor de didáctica matemática. "Ahora se dará un conocimiento didáctico específico de la diciplina del profesor, para que sepa cómo enfrentarse a una clase llena de chavales de trece años que están ahí porque tienen esa edad, no porque quieran estudiar", indica. Pero lo que es más importante para él, es que el título garantizará que quien se dedique a la enseñanza lo hará porque tenga una verdadera vocación.

Sin embargo, los contrarios al máster defienden que el conocimiento es el mejor instrumento para enfrentarse a un aula. El nuevo título funcionará a partir del curso 2009-2010 como uno más en el sistema de grados y posgrados que implantará Bolonia. Profesores como Liria temen que los alumnos de carreras teóricas cuya casi única salida es la enseñanza (física, matemáticas, filosofía, historia) pasen directamente al máster sin optar por una formación de segundo ciclo complementaria al grado (o sea, un posgrado), quedando sus estudios mermados de contenido académico.

Y vaciándose sus aulas, claro está. "Este modelo capa la investigación en las carreras de humanidades, nadie va a querer hacer especialidades y, en la próxima evaluación de la ANECA (organismo que evalúa y da luz verde a las titulaciones que proponen las universidades), nos van a dejar sin posgrados", se queja. Porque, ¿qué bolsillo podrá pagarse un máster de especialización si al final va a acabar dando clase en un instituto?, razonan.

Según Belmonte, tras esta rabieta sólo se esconde el temor de camarillas universitarias a que les arrebaten su cuota de protagonismo. El profesor se queja de que durante todos estos años no hayan criticado un sistema como el CAP, que permite a personas sin la titulación específica acceder a la enseñanza, y que ahora se lleven las manos a la cabeza por la falta de preparación en la asignatura que vayan a impartir. "Sí, hay que saber matemáticas, pero también hay que aprender la profesión de profesor: aprender a enseñarlas", sentencia.

No obstante, lo cierto es que en algunos sectores educativos, los psicopedagogos son un colectivo cuyo aterrizaje en los institutos ha sido percibido en ocasiones con ciertas reservas. Particularmente entre profesores de secundaria, se considera que sus ideas sobre el "aprender a enseñar" están muy alejadas de la realidad y los problemas de las aulas y que se dedican a teorizar parapetados tras una mesa sin haber cogido nunca una tiza. Lejos de otorgarle tanta importancia a sus presupuestos teóricos sobre aprendizaje y pedagogía, muchos siguen pensando que lo mejor para ser un buen profesor de física es saber física.

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