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El váter, objeto fetiche en Japón

Por ANA DÍAZ CANO (SOITU.ES)
Actualizado 15-05-2008 16:39 CET

TOKIO (JAPÓN).-  Por fin en Tokio. Impresionantes imágenes se suceden ante mí, neones y más neones, edificios futuristas, pero sobre todo gente, mucha gente. Un auténtico ejército de mujeres y hombres menudos cruza el mítico 'Cruce de Shibuya', el mismo que Scarlett Johansson atravesaba en la película «Lost in Translation» y que nos da sólo cierta idea de la dimensión de esta urbe mastodóntica de 12 millones de habitantes. Todo en Tokio parece excesivo, sin término medio, jóvenes tokiotas vistiendo las prendas más excéntricas que nunca jamás hayas visto, mujeres ataviadas con el tradicional kimono japonés luciendo imponentes obis bordados…

De momento y aunque sorprendente, todo lo que veo se ajusta a lo que siempre había imaginado que seria Japón. Pero toda esta previsibilidad se rompe de inmediato y curiosamente respecto a una de las cosas sobre las cuales uno nunca espera encontrar nada insólito: el váter; sí, habéis leído bien, el váter, o llamémoslo inodoro, excusado... ese artilugio que aunque fundamental, incluso trascendental diría yo para nuestras vidas, ha quedado relegado a ocupar un espacio secundario e insignificante en nuestro cuarto de baño. En Japón mi perspectiva de los váteres cambió radicalmente, hasta el punto de preguntarme si en el resto del mundo no estamos subvalorando algo de tan vital importancia.

Todo empezó cuando tras un largo paseo por la ciudad paramos a recargar fuerzas en un café cualquiera. Una visita al baño se hacia obligatoria y cuando entré…ahí estaba… majestuoso, imponente, un váter japonés con un sofisticado cuadro de mandos incorporado. Lógicamente, mi primera reacción fue de desconcierto, supongo que un cierto miedo a lo desconocido me invadió de repente, porque, ¿el procedimiento que había que seguir seria el mismo que con el resto de los váteres que hasta ahora había conocido?, ¿habría una técnica especial para realizar las acciones escatológicas en el Lejano Oriente?. Sea como fuere decidí investigarlo y ahondar sobre este fascinante objeto, así que durante mi viaje exploré algo más de 20 inodoros en diferentes ciudades japonesas. Mientras mi compañero de viaje se dedicaba a fotografiar templos y jardines 'zen' yo fotografiaba compulsivamente váteres y más váteres. A continuación, un resumen de las funciones más usuales que encontré en los sofisticados excusados japoneses:

  • Sistema de calentamiento de la taza: ¡Cuántas veces hemos depositado nuestras posaderas en un váter y de repente hemos sentido un frío gélido e incómodo!. En Japón los váteres cuentan con un mecanismo de calentamiento con el que puedes regular la temperatura de la taza a tu gusto, templado, del tiempo o ultra caliente para los adictos a las emociones fuertes. Todo un adelanto.
  • Botón con símbolo musical: ¿quién no ha estado alguna vez en el cuarto de baño y la acción escatológica no es todo lo silenciosa que a uno le gustaría?. ¡Confesadlo!, ¿quién no ha abierto el grifo de agua en más de una ocasión para 'mitigar' en la medida de lo posible esa incómoda cacofonía, nada poética, por cierto? Pues los japoneses lo han arreglado de una manera simple y además, de manera ecológica, sin necesidad de gastar agua innecesariamente. Presionando el botón sobre el que aparece una nota musical, un fuerte sonido equivalente a tirar de la cadena ocultará cualquier posible ruido. Además, el usuario puede escoger entre diferentes niveles de volumen, con lo que uno no se tiene que preocupar ni en los estados más agudos de expulsión de gases. ¡Simplemente genial.
  • Función chorrito de limpieza, porque hay casos que tras haber realizado las oportunas descargas, el papel no es suficiente para dejar el culito completamente limpio. De nuevo los japoneses han sabido como dar solución a este incómodo problema. El usuario puede escoger entre diferentes chorros de agua, tipo spray, chorro único, agua caliente o fría, que como por arte de magia salen de los lados interiores del váter y van a parar justamente allí donde lo precisamos, sin necesidad de levantarse ni de realizar complicadas operaciones. Lo más curioso de todo es que el chorrito siempre acierta. No tengo palabras para este ingenio.
  • Reloj: ¿Cuántas veces se nos ha ido el santo al cielo sentados en el váter, quizás incluso sin hacer nada especial, tan solo concentrados leyendo por tercera vez el modo de empleo del champú?. Pues bien, con el reloj digital los japoneses controlan en todo momento el tiempo invertido, evitando sorpresas. Tampoco está mal, especialmente para lo más despistados.
  • Función ambientador: En el cuadro de mandos se encuentra con frecuencia un botón que presionándolo descarga un spray ambientador, muy útil sobre todo cuando alguien esta esperando a pasar justo detrás. ¡Ya me hubiera gustado más de una vez disponer de este invento!.

En fin, encontré váteres con alarma, con mando a distancia, algunos disponían de un extraño botón del que salía una voz hablando y que nunca llegué a descubrir para que servía… Viendo todo esto, me pregunté en más de una ocasión si los japoneses no considerarán el váter casi como un objeto fetiche. No sé. Lo que no cabe duda es que Japón, los japoneses son diferentes, únicos, sorprendentes y para muestra este botón que, aunque en clave de humor no deja de darnos una idea de lo apasionante que es viajar y poder aprender sobre otros países y culturas. Y por cierto, lo tengo claro, si algún día decido cambiar el váter de mi casa, ¡lo haré sin dudarlo por uno japonés!.

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